IV Concurso Internacional de Composición Coral dedicado a Komitas Vardapet, la canción que se eleva sobre los picos nevados de Armenia
Andrea Angelini, directora coral, compositora, periodista musical
Este artículo fue publicado por primera vez en el blog DIRIGO (en www.dirigo.cloud) de la Asociación de Directores de Coro de Italia.
No es nada fácil hablar de Armenia y de los armenios. Como ocurre con todos los pueblos golpeados por la historia, uno siempre oscila entre un cierto temor reverencial, con el riesgo de caer en lo retórico fácilmente, y lo compasivo. Además, no es nada fácil querer realmente entender algo de un pueblo en un viaje de tan solo una semana, y lo que resulta es siempre una mezcla de expectativas, sentimientos y una mirada turística que, como en este caso, no puede separarse en absoluto de la historia aún tan sentida, aún tan fresca. Cuando estás bajo la presión de vecinos tan difíciles (Turquía, Irán, Azerbaiyán, con quienes el conflicto se ha prolongado durante más de veinte años), no tienes muchas opciones: o sucumbes o desarrollas una dignidad que te permite mantener un equilibrio, aunque precario, entre acontecimientos que te superan. Los armenios han estado repetidamente a punto de sucumbir, de ser borrados del mapa. Y si salen de ello, si lo sobreviven, entonces todo se convierte en identidad, todo es significativo, todo es testimonio de su existencia, de su historia. Y para los que practicamos la música coral, ¡hay una buena historia que contar!
A primera vista, Ereván no parece ser una ciudad donde la música coral pueda ocupar un lugar importante en la cultura nacional. Pero quienes, como yo, conocen a los Pequeños Cantores Armenios, saben muy bien que no es así. Caótica pero fascinante, rica en historia y emociones como pocas, cuna de la civilización cristiana, Ereván es capaz de exhibir algunas joyas corales notables, si se la examina bien de cerca. La primera: Muchas veces me he preguntado qué ímpetu y qué amor pudo motivar al director, Tigran Hekekyan, a dedicar buena parte de su vida a este increíble coro. Desde mi privilegiado punto de observación (pasé unos días codo a codo con él) puedo decir que lo que hace no está lejos del altar de la inmolación. Tigran puede atender dos llamadas telefónicas a la vez, con dos aparatos que alterna entre un oído y otro. Y mientras lo hace, también puede responder a mis preguntas o conducir (incluso en sentido contrario siguiendo una ambulancia) en el tránsito imposible de la capital. En segundo lugar, su coro. Los Pequeños Cantores Armenios son más que un coro, son sobre todo una familia que adora a su maestro y director. Tigran es estricto en la dirección de ensayos, quiere precisión rítmica absoluta y belleza de sonido, pero luego es capaz de dirigirse a las niñas (y a los dos niños) como el más cariñoso de los padres se dirige a su hijo.
Así, es fácil que en un sustrato tan fértil florezcan excelentes actividades corales. Una de ellas es el Concurso Coral Internacional, que va por su cuarta edición y está dedicado al Padre Komitas, nacido Soghomon Gevorki Soghomonyan, (en armenio Սողոմոն Գևորքի Սողոմոնյան) el 26 de septiembre de 1869 (según el calendario gregoriano el 8 de octubre de 1869) y fallecido el 22 de octubre de 1935. Fue un hombre religioso, compositor, músico y musicólogo, además de ser considerado el padre de la música armenia moderna. El concurso que se inició antes de la pandemia, formaba parte de las celebraciones en honor al 150º aniversario de su nacimiento. En la primera etapa participaron 27 compositores de todo el mundo. Las partituras debían estar dedicadas a los Pequeños Cantores Armenios (es decir, a voces iguales, SSA o SSAA). El jurado preliminar, compuesto para esa ocasión por Oscar Escalada (Argentina), Jennifer Tham (Singapur), Andrea Angelini (Italia), Damijan Močnik (Eslovenia), Arthur Aharonian (Francia), Vahram Sargsyan (Canadá), Davit Haladjian (Suiza) y Tigran Hekekyan (Armenia), seleccionó tres piezas para la fase final que tuvo lugar casi dos años después, debido a las restricciones del covid-19. Con gran determinación, finalmente se llegó a la fase final el 18 de octubre de 2021. Durante este ensayo, realizado durante un magnífico concierto, los Pequeños Cantores Armenios interpretaron las tres piezas finales, frente al jurado compuesto, esta vez, nuevamente por mí, así como por David Haladjian (Suiza), Vagharshak Zakaryan, Ruben Asatryan, Yervand Yerkanyan, Grigor Danielyan, David Zakaryan y Tigran Hekekyan, todos de Armenia. Al final, se decidieron por unanimidad los siguientes resultados: primer premio para Sevan Gharibyan (Armenia) por la canción ‘Nazan-Nabiko’, segundo premio para Sarah Shoham (Israel) por la canción ‘Waiting at the Window’ y tercer premio para Mel McIntyre (Inglaterra) por la canción ‘A Railway Carriage’.
No se puede entender completamente este país sin rendir homenaje a Tsitsernakaberd, el memorial al Genocidio Armenio. Y allí es donde fuimos al día siguiente: yo con un enfoque quizás más histórico, Tigran con dolor en el alma. Es un edificio enorme e impresionante dentro del cual se pueden colocar flores alrededor de un hoguera que arde continuamente. Junto a él se pueden ver dos pilares que simbolizan Armenia Occidental (actualmente en territorio turco) y Armenia Oriental. La noche del 24 de abril de 1915 comenzó el horrendo y sistemático exterminio del pueblo armenio en los territorios del Imperio Otomano. En sólo un mes, más de mil intelectuales, entre ellos periodistas, escritores, poetas e incluso delegados parlamentarios fueron deportados al interior de Anatolia y masacrados en el camino. En las marchas de la muerte, cientos de miles murieron de hambre, enfermedad o agotamiento. Al final, alrededor de un millón y medio de armenios cristianos fueron masacrados. La visita es muy conmovedora y, en mi opinión, fue el verdadero punto de inflexión para comprender la determinación que este pueblo tiene en todo lo que hace, incluso en la música coral. Afuera, en la gran explanada desde la que miro hacia el norte, hacia la cumbre del monte Ararat, un viento fuerte parece impregnarse de sonidos armoniosos: Tigran entonces me explica que un poco más adelante está el Jardín de los Justos, y entonces comprendo plenamente que la gente hermosa siempre canta con el corazón.
Nacido en Bolonia, Andrea Angelini estudió piano en los Conservatorios de Rimini y Ferrara, de los que se graduó con distinción. Posteriormente obtuvo una maestría en Música Coral y Dirección de Coros en el Conservatorio de Música de Cesena. Estudió música coral del Renacimiento en Inglaterra y en Roma. Es el director artístico del grupo profesional Musica Ficta Vocal Ensemble. Durante muchos años, Andrea Angelini dirigió conciertos con el coro Carla Amori, en Italia y en el extranjero. También ha dirigido, como director invitado, muchos grupos corales importantes. Ha sido miembro del jurado en numerosos concursos internacionales de coros en Italia, Europa y Asia. A menudo dirige seminarios de música coral en Italia y en el extranjero. (Hungría, Malasia, Rusia, China, Moldavia, Rumania, Croacia, Indonesia). El Sr. Angelini es también el director artístico del Concurso Coral Internacional de Rímini, del Concurso Coral Claudio Monteverdi, del Festival y Concurso Coral Reina del Mar Adriático y el Festival Coral Liviu Borlan. Fue director editorial del International Choral Bulletin (ICB), la revista de la FIMC (Federación Internacional de Música Coral) y ahora es el director editorial de Dirigo, la revista de la ANDCI. Actualmente es el presidente de AERCO, la Asociación Regional de Coros de Emilia-Romagna. Correo Electrónico: thechoralconductor@gmail.com
Traducido al español por Débora R. Baigorri, Argentina
Revisado por Juan Casasbellas, Argentina