El Nacimiento de Afrodita - Coro Mundial de Jóvenes 2012
Escrito por Paul Bester (T1, Sudáfrica, miembro por primera vez) y Katie Rohwer (A1, Estados Unidos de América, miembro repitiente).
Paul: La sesión del Coro Mundial de Jóvenes en Chipre fue catapultada a la acción por una serie de correos organizativos. Una amigable pero firme personalidad nos enviaba detallados correos que eran encantadoramente firmados con las palabras «Con los más cálidos saludos, Vladimir». Para mí, esto conjuraba imágenes de un maestro organizador: seguro en su trabajo y apasionado en la comunicación con los miembros. Mis expectativas en relación al proyecto eran, aunque sutiles, crecientes. Muchos viajes de variadas longitudes estaban siendo abordados para que todos nosotros arribáramos al aeropuerto de Larnaca en Chipre, la culminación de nuestro viaje, y nosotros los sudafricanos fuimos algunos de los primeros en llegar al aeropuerto ese día.
Esperamos con emoción y ansiedad mientras cada miembro arribaba de su tierra natal. Cada nuevo rostro representaba una oportunidad tanto de ver a un viejo amigo de nuevo como de hacer un nuevo amigo de por vida. En retrospectiva, me doy cuenta de lo definitorio que estaba siendo este momento para nosotros. Nos juntamos e intercambiamos nombres y países de origen. Alunas personas se abrazaban unas a otras, algunos lloraron, pero todos estaban sonriendo. Le dedicamos un saludo al caluroso clima chipriota, mientras el grupo se trasladaba desde el clima controlado del aeropuerto para comenzar el primer viaje en autobús juntos como el Coro Mundial de Jóvenes. Recorrimos un sendero a través de las regiones bajas del panorama Chipriota y entonces empezamos a subir/trepar las montañas chipriotas hasta nuestro destino: Pedulas. Por primera vez, empezamos a conocernos unos a otros, haciendo preguntas para, con suerte, encontrar unas bases comunes entre el revoltijo de culturas. No esperaba que los miembros mayores del coro fuesen tan incluyentes y receptivos; creo que esto contribuyó en gran medida a las dinámicas de grupo y a la forma en que todos fueron incluidos y fueron capaces de llenar su espacio único en el coro.
Katie: Viajando en el autobús, subiendo cada vez más alto en las montañas, me sorprendí a mi misma de encontrarme rodeada por solo unas pocas caras familiares. Muchos amigos queridos de sesiones anteriores habían alcanzado el límite de edad y me di cuenta de que no volveríamos a reunirnos este verano. Mi última sesión había comenzado. La energía en el bus era palpable y rápidamente empecé a conversar con un nuevo miembro de Bulgaria. Riéndome para mis adentros, pensé lo increíble de que luego de seis años en este proyecto, todavía siento curiosidad, nerviosismo, emoción y alegría pura de conocer y conectarme con un colega cantante del otro lado del mundo. Mi memoria se transportó a mi primera sesión y a la chica de 22 años que solo conocía a sus compatriotas. Me maravillé de cómo lucía mi mundo, la carrera como músico y la vida habían cambiado como resultado de ser parte del Coro Mundial de Jóvenes. Mientras recorríamos la fase final del camino, la ciudad de Pedulas apareció ante nosotros, bajo la montaña a nuestra derecha. Bajando del bus, me aferré al sentimiento de haber alcanzado la culminación de mis experiencias pasadas y me uní a las presentaciones y abrazos entre aquellos que volvían a reunirse una vez más.
Cada año, la ciudad de Pedulas acoge a la Academia Musical de Verano de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Chipre, dirigida por Ayis Ioannides. Su visión nos había traído hasta allí. El equipo administrativo Chipriota: Nora, Ayis, Maria, Iro, Yiorgos y Tefkros a quienes debemos infinita gratitud por sus espíritus y su trabajo sobresaliente tanto antes como durante la sesión, dieron la bienvenida al coro con la efervescente hospitalidad chipriota que fuimos disfrutando una y otra vez en el mes venidero. Las primeras dos semanas de la sesión fueron dedicadas a un programa a capella, bajo la dirección de Cecilia Rydinger Alin de Suecia. La segunda parte de la sesión, bajo la batuta del Maestro Ayis, involucraba a la orquesta para la ejecución del Lacrimosa de Penderecki y la Novena Sinfonía de Beethoven, piezas oficiales en el programa para las celebraciones en los alrededores de Chipre llevadas a cabo por la presidencia del Consejo Europeo.
Rápidamente se volvió evidente que este era un grupo muy especial de cantantes. Cuando finalmente estuvimos todos juntos para ensayar al día siguiente, la chispa que habíamos percibido antes, se transformó en una flama. Tanto los miembros repitientes como los nuevos parecían haber llegado al Gimnasio con un mismo propósito: hacer música del más alto nivel y desarrollar conexiones musicales y sociales con colegas de mente abierta de todos los rincones del globo. Un sonido coral llenó el espacio con un brillo y claridad que me dejó sin aliento. Imaginé este sonido, esta representación de humanidad conectada y expresada, proclamando de manera desenvuelta en lo que nuestro mundo podría convertirse, elevando el volumen y atravesando las cortinas de la ventana al tope del pasillo y afuera en las montañas cubiertas de pino, sorprendiendo e instalándose en los oídos y corazones de sorprendidos chipriotas de toda la ciudad. Nuestra primera lectura del Exultate Deo de Poulenc confirmó que esta sería una de las sesiones más conectadas, artísticas, motivadas e inspiradoras. El arte y la humanidad que experimentamos en los ensayos y conciertos a capella fue todo gracias a nuestra directora. Cecilia y su selecto repertorio representaron el espíritu y mensaje del coro. Admiramos la belleza de Chipre, la «gran pequeña isla», a través de las ricas armonías de 2 Composizioni Corali de Ildebrando Pizzetti. El Kyrie y el Sanctus de la Misa de Frank Martin fueron retos para el conjunto hasta elevar nuestro ser/espíritu. El Himno a Santa Cecilia de Benjamin Britten redondeaba la primera mitad del programa – nos referíamos al texto de esta pieza con frecuencia durante la sesión, en honor a nuestra directora: «Bendita sea Cecilia/ aparecida en visiones a todos los músicos/aparece e inspira». La señorita nos guió maestralmente a través del Biegga Luothe de Jan Sandström, la Suite de Lorca de Rautavaara y el Lux Aurumque de Whitacre. Fuimos bendecidos con la oportunidad de ejecutar una pieza chipriota: In Memoria, compuesta por nuestro propio Ayis Ioannides. Cecilia también trajo algunos arreglos de sus piezas suecas tradicionales favoritas, incluyendo Och jungfrun de Alfven, Slängpolska efter Byss-Kalle de Gardemar y I Himmelen de Rehnquist. En ensayos y lecciones, ella no solo compartió la tradición musical coral escandinava y sus experiencias con Eric Ericson, sino también nos enseñó cómo convertirnos en un excelente conjunto de músicos, y mejores personas.
Paul: Levanté mi mirada hasta Cecilia desde mi partitura de Pizzetti y en cada ocasión se sentía como si nuestros ojos se encontraran. No esperaba que algo como la asombrosa inspiración del sonido coral emergiera de los cuerpos de los cantantes a mi alrededor. Nuestras voces se mezclaban en una corriente de sonido que era coaccionada a cobrar vida por la presencia rítmica de Cecilia. Cada gentil gesto y movimiento matizado de sus manos era hábilmente interpretado por las voces del mundo. Durante el receso, nos dispersábamos en grupos de acuerdo a nuestros países de origen y nos preparábamos para la segunda mitad. Subíamos al escenario cuando Vladimir, el manager del coro, anunciaba nuestro país, y saludábamos y tomábamos nuestro lugar en la tarima con nuestros camaradas. País por país, el escenario se llenaría hasta formarse el Coro Mundial de Jóvenes.
Cada concierto era realzado por el panorama en que se desarrollaba. Chipre ofreció impresionantes lugares para presentarnos y nos concedió el honor de llenarlos con nuestras voces. Nuestras presentaciones a cappella fueron realizadas en diversos lugares de la isla. La primera fue en el Gimnasio de Pedulas; cantamos, en gratitud, para los habitantes de Pedulas por su hospitalidad sin límites. Fue un momento conmovedor, pues ellos habían abierto su ciudad al mundo; tales fueron las impresionantes relaciones de amistad formadas.
La segunda presentación tuvo lugar en el antiguo teatro al aire libre Paphos Odeon, no muy lejos del legendario lugar de nacimiento de Afrodita. Pensé que la ausencia de un espacio acústico afectaría de alguna forma la riqueza del sonido que producíamos, pero pareció que hasta los cielos iluminados por las estrellas estaban más cerca esa noche. La tierra parecía abrazarnos; una energía antigua estaba a nuestro alrededor, traída por los alrededores construídos en el siglo II d.C.
La tercera y última presentación con Cecilia fue en el Museo del Mar de Ayia Napa.
El coro fue ubicado sobre un piso de vidrio dispuesto sobre una exposición de vasijas de antiguos naufragios. Era muy peculiar; cada vez que mirabas hacia abajo, podías sentir por un segundo como si estuvieras flotando medio metro por encima del suelo. En frente de nosotros había una detallada réplica de tamaño real de uno de los navíos antiguos. Cuando esto se combinaba con la entrada de la música, nos imaginé, por momentos, realmente flotando por encima del suelo. Todo esto nos llevó a un inmenso clímax emocional mientras Cecilia pronunciaba y dedicaba sus últimas palabras como nuestra directora a su héroe personal, el Maestro Eric Ericson, el primer director del Coro Mundial de Jóvenes en 1989. Fue un momento que permanecerá conmigo por el resto de mi vida.
Katie: Luego de la debida despedida de Cecilia, nos embarcamos en la segunda etapa de nuestro viaje musical: Penderecki y Beethoven con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Chipre. Nos preparamos con nuestros jefes de cuerda y con ensayos generales a cargo del jefe de cuerda de los bajos Iñaki Encina. En las noches, el coro se unía con la orquesta bajo la dirección de Ayis. Durante una semana, continuamos ensayando y disfrutando del verano Chipriota, comiendo papas fritas y frijoles, caminando en las montañas, visitando la playa y explorando la Iglesia Bizantina de Pedulas del siglo XV, designada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Muchos cantantes formaron pequeños conjuntos y se presentaron en conciertos a la hora de los almuerzos organizados por el equipo de la Academia Musical de Verano. Solo en este coro podías encontrar una soprano croata practicando con un contratenor venezolano o canadiense; cantantes guatemaltecos, norteamericanos, húngaros y finlandeses ensayando un quinteto compuesto por un miembro búlgaro o alemán, o 60 personas de seis continentes riendo, bailando y relajándose juntos, como si fueran amigos de toda la vida sin barreras culturales entre ellos. El coro se mezclaba y compartía con la orquesta también, formando amistades con los instrumentistas. Era vigorizante ser parte de una academia que busca inspirar una excelencia artística y el entendimiento transcultural entre jóvenes músicos. La colaboración unía misiones similares; ambas organizaciones están dedicadas a crear una diferencia en el paisaje cultural e invertir en el desarrollo cultural compartido. Ofrecimos tres magníficos conciertos, uno frente al mar en el antiguo teatro al aire libre Kourion y dos en Nicosia como parte de las celebraciones europeas. Gracias a la visión y liderazgo de Ayis y el inspirador texto de la Novena Sinfonía de Beethoven, el coro y la orquesta pudieron entender el significado de que «todos los hombres» se «convierten en hermanos».
En el avión desde los Estados Unidos hasta Chipre, me preguntaba cómo esta sesión se compararía a mis experiencias previas. Regresando a EE.UU. reflexioné sobre el poder de esta sesión en particular y el arte coral. Tal vez fue porque era mi última sesión, pero nunca antes me había sentido tan contenta. Nunca antes había cantado en un grupo tan talentoso y a la vez tan humilde. Nunca pude haberme imaginado que experimentaría un sentimiento tan fuerte de unión, como si tuviera una familia global. La música coral nos une y cuando la compartimos en la isla de Chipre, el lugar de nacimiento de la diosa de la belleza y del amor, transformó a la humanidad.
Katie y Paul: Y así, con los corazones llenos de belleza y amor, regresamos a nuestros diversos rincones del globo para compartir y disfrutar de las maravillas del Coro Mundial de Jóvenes, hasta que nos encontremos de nuevo.
Traducido del Inglés al español por Vania Romero, Venezuela
Revisado por Carmen Torrijos, Madrid, España
Edited by Hayley Smith, UK