La Evolución del Canto Coral en Malta
Un Resumen Histórico
Joseph Vella Bondin, musicólogo y cantante
Hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-45), el interés por la música en Malta se limitaba esencialmente a dos formas, la música sacra católica romana, principalmente litúrgica, y la ópera italiana, que se representaba sobre todo en el bellísimo teatro barroco Manoel, construido ad honestam populi oblectationem[1] en 1731, y posteriormente en el Royal Opera House, de magníficas dimensiones, construido según el diseño de Edward Middleton Barry[2]. El Royal Opera House abrió sus puertas el 9 de octubre de 1866, con I Puritani de Bellini, pero los bombaderos de la Luftwaffe destruyeron el teatro el 7 de abril de 1942 y ya no se reconstruyó, así que la ópera regresó al Teatro Manoel, todavía en pie.
El hecho de que la música ‘artística’ maltesa se forjara siguiendo modelos italianos es algo de lo que no necesitamos dar más detalles. También cabe destacar que la herencia musical maltesa estuvo dominada por las composiciones sacras, principalmente litúrgicas. En el pasado esta afirmación puede que habría dado lugar a comentarios, dada la conocida y bien arraigada obsesión maltesa por la ópera con la exclusión prácticamente total de otras formas de espectáculo teatral, al menos hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. Pero incluso cuando ya no había ninguna razón válida por la cual la toda la cultura maltesa debiera seguir los moldes italianos, complejas razones económicas, sociales y políticas continuaron haciendo que la gravitación operística de la nación siguiera siendo firmemente italiana hasta la casi exclusión total de óperas en lengua no italiana, incluso obras compuestas en maltés que, a priori, deberían haber recibido el apoyo automático de la sociedad maltesa[3]. A causa de esto, los compositores malteses (los mejores de ellos tenían puestos remunerados como músicos de iglesia) se centraron en componer música sacra, para la cual había un mercado tangible, y consideraron, probablemente muy de mala gana, la escritura de óperas como algo suplementario.
Si tuviéramos que hablar acerca de una tradición coral indígena, tanto desde el punto de vista de la ejecución como de la composición, deberíamos buscar su origen principalmente en la música de iglesia como parte integrante de la liturgia católica romana y, en menor medida, en el teatro operístico. Los coros, en el sentido de grandes grupos de origen secular independiente, no existían.
Dada la prolongada historia de continua colonización de Malta, que empezó en el siglo 9 a.C., puede que sea un tópico afirmar que hasta la mitad del siglo XX los acontecimientos que afectaron fundamentalmente la historia cultural, social y política, se vieron condicionados por el exterior. Los nativos aceptaron en gran medida la situación y puede que incluso hubieran tenido la oportunidad de proteger a Malta, un estado formado en un archipiélago minúsculo de 320 kilómetros cuadrados, situado estratégicamente en medio del mar Mediterráneo con una población actual de 400.000 personas, de las vacilaciones directas del exterior. Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, reforzadas por la concesión de la independencia política de Gran Bretaña, la entonces potencia colonizadora, mostraron en 1964 una realidad desconocida de una nueva identidad nacional en un entorno global que estaba cambiando rápidamente, lo que abrió un periodo de autopreguntas, no sólo por parte de los intelectuales malteses sino también por la mayoría de los estratos de la población.
Era obvio que componer música para la liturgia no era algo que preocupara demasiado en el entorno de después de la Independencia. En primer lugar, ciertos progresos eclesiásticos durante el siglo XX, que empezaron con el Motu proprio (1903) del Papa Pío X sobre la música sacra y acabaron con declaraciones del Concilio Vaticano II sobre los fieles (1962-5), habían reducido considerablemente las actividades de la cappella di musica tradicional maltesa y, como consecuencia directa, la importancia y la necesidad de componer obras litúrgicas nuevas. Pero aunque estos progresos no hubieran tenido lugar, igual dudaríamos de si la música sacra habría atraído al compositor de la postindependencia en un entorno que se estaba secularizando rápidamente.
Las obras litúrgicas forman una pequeña parte de la oeuvre de Carmelo Pace, Charles Camilleri, y Joseph Vella, los tres compositores del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial más interpretados. Estos fueron muy influyentes a través de sus enseñanzas y, por primera vez en la historia de la música de Malta, empezaron a escribir en maltés.
Carmelo Pace (1906-1993) quiso componer óperas sobre la historia de Malta. Escribió cuatro – Caterina Desguanez (1965), basada en el Gran Asedio de 1565; I Martiri (1967), sobre las tribulaciones de los malteses durante la breve ocupación francesa; Angelica (1973), una historia sobre The Bride of Mosta; y Ipogeana (1976), con un argumento centrado en la era neolítica de Malta. Este incluso aceptó normas ya establecidas componiéndolas en libretos en italiano y basándose en métodos italianos. Además, compuso muchas obras tanto seculares como sacras para grandes coros.
Charles Camilleri (1931-2009) desafió todos los cánones tradicionales al componer sus primeras dos óperas completas, Il-Weghda (1984) y Il-Fidwa tal-Bdiewa (1985), no sólo en maltés, sino siguiendo las líneas melódicas y armónicas de la música tradicional maltesa. Utilizó la misma fórmula para su oratorio Pawlu ta’ Malta (1985) y para la cantata L-Ghanja ta’ Malta (1989). En el nuevo ambiente político, estas obras consiguieron un gran consenso nacional, una nueva conciencia y un orgullo floreciente en una identidad musical inherente. En 1992, fue nombrado primer profesor de Música de la Universidad de Malta, cargo que tuvo hasta 1996, lo que le dio la oportunidad de difundir sus ideas sobre la importancia del sonido y de la música popular maltesa como catalizadores de la producción de un sonido maltés distintivo para crear una representativa escuela de composición maltesa. Su modelo y enseñanza influenciaron radicalmente a un nuevo plantel de compositores. Como Pace, Camilleri y estos compositores emergentes han aportado obras diversas e interesantes para coros y con movimientos corales importantes.
Nacido en 1942, Joseph Vella es profesor asociado de Música en la Universidad de Malta y un gran director de orquesta. Compositor con lealtad confesa a la música de contrapunto, todas sus obras tienen un estilo personal que surge principalmente del neoclasicismo. Su impresionante oeuvre, en diversos formatos y diseños, incluye gran cantidad de obras excepcionales para coros. Además, su profundo interés por la música maltesa antigua, particularmente la del Barroco, que todavía sigue editando y recuperando en forma de concierto, ha sido determinante para permitir que la nación de Malta descubra su impresionante pasado musical con misas y salmos napolitanos para dos coros.
Estos innovadores progresos musicales en la sensibilidad y aspiraciones de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial se unieron a la formación, a menudo promovida de manera privada, del entorno musical y de las estructuras necesarias para presentar obras en un ambiente no operístico ni litúrgico, con salas de conciertos y teatros nuevos, entre los cuales destaca el auditorio del Instituto Católico (1960) en Floriana. Fue muy importante la aceptación de la Iglesia de que las iglesias maltesas, muchas de ellas con una estructura espectacular y acústicamente válidas, fueran un espacio legítimo para albergar producciones musicales dignas.
Las nuevas estructuras también ayudaron a la formación de coros amateurs independientes, generalmente de voces mixtas y fundados por miembros del clero, algo que en realidad no sorprendió dado que la población maltesa era, en ese momento, muy conservadora y no estaba bien visto mezclar personas de diferente sexo sin una apropiada supervisión. El primero, el Coro de Hamrun, fue creado en 1949 por el músico y sacerdote fray Joseph Cachia (1922-2001), su director y maestro. El Cantate Domino, el Coro de Zurrieq, fue creado por fray Mikiel D’Amato (1926-2002) en 1956; el Coro de San Julián fue fundado un año más tarde por el director Guido Calleja; el Coro Jesús de Nazaret fue creado en 1960 por el monje dominico Salv Galea; y el Coro de Santa Mónica fue fundado en 1964 por la monja agustina, la superiora Benjamina Portelli. Podemos afirmar que estos coros tuvieron un origen y un propósito parroquial, pero con el tiempo consiguieron el respaldo nacional.
Un coro tiene que actuar en público para cumplir con su objetivo, pero el problema de aquel momento era que no había tradición de hacer estrenos, a menos que fueran ritos litúrgicos. Obviamente los coros tenían que tomar la iniciativa de informar y mostrar al público los nuevos escenarios musicales que se estaban llevando a cabo en ese momento. El Coro de Hamrun fue el que tomó la iniciativa. Al no haber por aquel entonces material maltés apropiado[4], comenzó con la preparación y presentación anual de oratorios sagrados del repertorio internacional. Los dos primeros fueron El Mesías de Händel el 3 de enero de 1959 y Pablo de Mendelssohn el 29 de abril de 1960, elegidos para conmemorar el decimonoveno siglo del naufragio del apóstol San Pablo en Malta en el año 60 d.C., seguido por Judas Macabeo y Elías. Nunca antes se habían ejecutado en Malta obras tan excepcionales como éstas y el hecho de que fueran representados por un reparto completamente maltés aumentó su impacto. Otros coros pronto siguieron el ejemplo.
Surgieron varios grupos corales de gran nivel, pero con un estilo más secular. La Sociedad Coral de Malta empezó en 1953. Sus miembros eran residentes y visitantes británicos, pero cada vez había más cantantes malteses. Entre las obras representadas destacan El Mesías, La Creación, el Requiem de Fauré, la Fantasia Coral de Beethoven, Carmina Burana y una versión de concierto de Nabucco de Verdi. Las dificultades de organización llevaron a su disolución a principios de la década de los 80. El Gruppo Corale Primavera, fundado y dirigido por Joe Fenech, y activo entre 1959 y 1970, llevó a cabo varios espectáculos culturales y de variedades.
El tenor y organizador musical Joe Lopez creó en 1953 la Sociedad Coral Operística de Malta con el objetivo principal de ofrecer servicios a empresarios del mundo de la ópera. Un coro de sólo hombres compuesto por unos 20 miembros fue dirigido por el compositor y director de orquesta Joseph Abela Scoralo. Su proyecto más innovador fue participar en el Festival Galés de Música Internacional de Llangollen, celebrado en 1959 en Gales del Norte del 7 al 12 de julio. Este fue el primer coro maltés que se introdujo en el ámbito internacional. El resultado obtenido fue bastante mediocre ya que quedaron en el puesto 14 de los 19 coros que competían en la división de coros masculinos. Sin embargo, la experiencia obtenida fue considerada importante no sólo para el coro en sí, sino también para todo el país puesto que aportó medios reales para evaluar el mérito vocal y técnico que estaba consiguiendo el movimiento coral emergente de aquel pequeño país insular.
El resultado más inmediato y tangible fue la restauración de la Sociedad Coral Operística de Malta en un coro nacional mixto, compuesto por 60 miembros aceptados sólo después de una estricta audición o, por respeto a los cantantes activos competentes, por invitación. La directora del coro fue la pianista Bice Bisazza (1909-1994) y el director de orquesta y compositor Joseph Sammut (nacido en 1926). Como se esperaba, se convirtió en uno de los mejores coros jamás creados en Malta. Su primer compromiso y reto definido fue participar en el Festival Galés de Música de 1960 celebrado del 5 al 10 de julio. Los resultados competitivos obtenidos fueron buenos, pero el éxito relevante se obtuvo en el Concierto del Sábado por la Noche. Ante una audiencia de unas 10.000 personas, la interpretación de L-Imnarja, una canción coral para voces mixtas sin acompañamiento, basada en ritmos populares malteses y compuesta por Carmelo Pace, fue tan notable y los aplausos fueron tan inmensos e insistentes que tuvo que repetirse, a pesar de que eso iba en contra de las reglas del Festival. Fue tal la proeza que hasta se retransmitió en los medios de comunicación británicos.
La etapa final de la evolución histórica del coro fue el cambio de nombre a Coro Melitensis. De los muchos excelentes conciertos que dio, la presentación más importante, al menos históricamente, fue el Requiem de Verdi en abril de 1966, la primera vez que esta pieza universal fue presentada en directo en Malta. La actuación fue una operación conjunta con la Sociedad Coral de Malta para conseguir formar un coro combinado de más de 120 cantantes. Desgraciadamente, a causa de dificultades organizativas, el coro se disolvió en 1979.
Sin embargo, para entonces el movimiento coral ya se había afianzado y, además, había conseguido su promoción gracias a la profunda difusión de la educación musical, al convincente modelo extranjero a través de espectáculos mediáticos internacionales, y al interés nacional por crecer en aspectos ignorados tradicionalmente[5]. A partir de ese momento se empezaron a formar grupos por todo el país, formados y dirigidos por músicos emergentes cuya formación era técnicamente sólida y polifacética. El hecho de que hubiera mejorado el entorno coral animó a los compositores, tanto a los que ya estaban establecidos como a los emergentes, a escribir obras en lengua indígena, la lengua dominante en ese momento para composiciones vocales.
Quizás el signo más visible de esta nueva conciencia nacional fue el establecimiento, bajo los auspicios del gobierno, del Festival Internacional de Coros de Malta en 1989, con Charles Camilleri como director artístico. En 1998 este cargo pasó a manos del reverendo John Galea, compositor con una amplia experiencia en dirección y gestión coral. Entre 1989 y 2004 el festival se celebró cada año a principios de noviembre y en él participó un gran número de coros de diferentes países, incluido Malta.
En ese momento se produjo un cambio importante. Después de hablar con Interkultur, el gobierno decidió colaborar con esta institución mundial porque pensó que le daría más prestigio al Festival de Malta. Se acordó organizarlo dos veces al año, siguiendo las directrices y criterios de la marca Musica Mundi. La primera edición, que se llamó ‘Festival y Concurso de Coros Internacionales de Malta’ se celebró en 2006 y atrajo a 22 coros de quince países diferentes. Otras ediciones, igual de exitosas, se celebraron en 2007, 2009 y 2011.
[1] Inscripción sobre la entrada principal del teatro.
[2] El arquitecto del londinense Covent Garden.
[3] De las 161 óperas diferentes presentadas en el Royal Opera House de Malta entre su inauguración el 9 de octubre de 1866 y su destrucción el 7 de abril de 1942, un periodo de poco más de 75 años, 113 (o más del 70%) fueron de compositores italianos, 8 de malteses y 40 de no italianos. En Malta, la mayoría de las obras no italianas sólo fueron escuchadas después de que, en un intento de buscar una alternativa a Verdi -cuyas muy populares óperas estaban siendo publicadas por la empresa rival Ricordi-, Giovanna Lucca, la mujer del fundador de la empresa de publicidad Lucca, introdujera con afán en Italia las obras de compositores extranjeros. Estas obras fueron representadas en Malta en italiano como se hizo en Italia.
[4] Las únicas excepciones válidas fueron dos oratorios, el secular, La lampada (1901), compuesto por Luigi Vella (1868-1950), y San Paolo evangelizza i Maltesi (1913) de Carlo Diacono (1876-1942), escrito en latín por Giovanni Formosa, para conmemorar el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Malta en 1913.
[5] Así, como parte de su responsabilidad corporativa, el APS Bank promociona la herencia musical de Malta a través de la organización de los principales conciertos anuales, el primero de los cuales fue Un concierto de Música Sacra Barroca realizado por compositores malteses, presentado el 10 de noviembre de 2001. La música seleccionada también está grabada en CD. En 2007, el banco decidió ampliar su compromiso con iniciativas que apoyan la composición de nuevas obras. Hasta ahora, se han organizado dos certámenes nacionales (2007, 2012). La participación de los coros en estas iniciativas aparece en la página web oficial del banco: www.apsbank.com.mt
Formado primeramente como bajista, los intereses musicológicos de Joseph Vella Bondin se centran principalmente en la música maltesa, sobre lo cual ha escrito mucho. Su historia musical en Malta es la única disponible, con su primer volumen, Il-Mużika ta’ Malta sal-Aħħar tas-Seklu Tmintax, premiado con el National Book Council 2001 Prize (categoría Investigación). Es colaborador de la segunda edición del The New Grove Dictionary of Music and Musicians y del Repértoire International de Littérature Musicale (1995-2002) con sede en Nueva York. Su edición actualizada del Stabat Mater de Girolamo Abos (1750) fue publicada, junto con un relevante estudio del compositor, por AR-Editions en EEUU (2003). Con John Azzopardi y Franco Bruni, ha escrito The Nani Composers (2007). Desde 2001 es asesor musical del APS Bank y ha colaborado en la producción de sus principales conciertos anuales y CD con obras de compositores malteses (email: joseph.vellabondin@gmail.com).
Traducido por Jose Vidal Reboll, España
Revisión de Juan Casasbellas, Buenos Aires, Argentina
Edited by Mirella Biagi, Italy / UK