Editorial

Andrea Angelini, Editor Gerente del BCI

 

«Uno de los elementos que influye sin dudas en la calidad del sonido de un coro en concierto es la técnica gestual y física de los movimientos del director».

 

Queridos lectores,

Con estas palabras Abraham Kaplan, uno de los más importantes directores estadounidenses de coro, resumía un concepto «obvio» en la práctica coral: que el director debería expresar externamente y con exactitud el sonido del coro que él pretendiese en aquel momento. 

Es bien sabido que el comportamiento físico del director produce un efecto directo sobre el modo de cantar a un nivel psicológico que se puede definir como «inconsciente e involuntario». Este efecto no deriva solamente de las posibles elecciones de dirección sino -y sobre todo- de la posición y del movimiento.                                ¿Por qué decidí incluir este extracto del discurso? Simplemente para introducir un elemento de discusión a menudo subestimado, un componente difícil de controlar y corregir, frecuentemente reputado de manera errónea relacionándolo con el propio carácter.

He tenido la oportunidad de ver buenos directores con movimientos corporales tan amplios como para dirigir el tráfico en la hora punta y por otro lado, he visto otros, también buenos, realizando movimientos microscópicos difíciles de percibir; a todos los une sin embargo el hecho de que, al prescindir de los movimientos corporales, llegaban a transmitir al coro su idea. No sirve agitar los brazos a modo de despegue para obtener un fortissimo si en aquel momento la tensión corporal y la mirada intensa nos piden esos colores.

Parangonando la actividad que cualquier músico realiza para producir el sonido con la de un director de coro, salta rápidamente a la vista una diferencia macroscópica: que el sonido que el director obtiene de su instrumento (el coro) no está en lo más mínimo ligado a un contacto físico entre este y él, y que la gestualidad que es externa y que lo muestra atractivo al espectador, es una actividad que cualquier otro músico lleva a cabo pero mentalmente (llevar el pulso y elegir el color justo). Aparece entonces la capacidad del lenguaje del cuerpo que es un elemento esencial para un buen logro de lo musical y que no depende de lo que se está dirigiendo (como sucede quizá para un músico mientras toca) sino que es vehículo informativo para interactuar con aquellos que tienen la tarea de la creación sonora: los coristas. Lamentablemente, este aspecto de la capacidad de dirección es difícil de adquirir justamente porque forma parte del bagaje musical y emocional que es peculiar del verdadero artista. Es posible, de todos modos, mejorarlo con la experiencia, el estudio y sobre todo con la audición interna del repertorio.

 

Traducción del Italiano al Castellano:

Natalia María Forgione, Argentina.

Revisado por Carmen Torrijos, Madrid, España.