Adiós, amigo mío….

Por Jean-Claude Wilkens, Director de A Coeur Joie France, ediciones y asociación, Ex Secretario General de la FIMC

 

El Dr. Steve Zegree nos dejó el pásado sábado 7 de marzo, víctima de un cáncer fulminante. La música acaba de perder a uno de sus servidores más fieles y centenares de estudiantes, antiguos alumnos, miembros del World Youth Choir y otros muchos artistas lloran su desaparición.

Steve era un músico completo. Tras completar su formación académica como director de coro y pianista, quiso rápidamente dar a la música contemporánea, y en especial al jazz vocal, el lugar que les corresponde en los estudios de formación musical. A lo largo de sus 34 años como profesor de la Western Michigan University, en Kalamazoo, ha formado a generaciones de cantantes y pianistas de las que han salido muchos de los que hoy en día son el orgullo de la escena jazz y pop internacional. Al frente de Gold Company, el grupo vocal de su escuela, ha pasado por los escenarios del mundo entero y recibido más de 20 reconocimientos por sus grabaciones.

Defensor del jazz vocal, continuaba hoy en día luchando por que esta música siguiera viva y hacía poco tiempo había aceptado salir de Kalamazoo para dotar a la prestigiosa y venerable Jacobs School of Music de la Universidad de Indiana en Bloomington, de un departamento de jazz vocal.

Steve participaba en numerosos proyectos. Fundó la Steve Zegree vocal Camp for High School and Collège students and teachers, dirigió tres sesiones del World Youth Choir, y se presentó con la Gold Company en numerosas convenciones de la American Choral Conductor Association, de la Jazz Educator Association, así como en el Simposio mundial de la International Federation for Choral Music. Nos ha dejado numerosos arreglos y grabaciones en Heritage Music Press y Hal Leonard entre otras.

Más allá de estos hechos, debemos rendir homenaje al hombre y al pedagogo. Steve lo daba todo por sus estudiantes. Su enseñanza no se limitaba sólo a lo musical, se detenía en la vida cotidiana de cada uno de ellos y siempre recomendaba disciplina, rigor y respeto, tanto hacia uno mismo como hacia los demás. Pretendía hacer de sus alumnos artistas respetados por su arte, su personalidad y su papel en la sociedad. Steve les exigía un 110% de implicación, pero era siempre positivo, alentador y una fuente de inspiración para hacer surgir el talento y dar confianza a cada uno. No hace falta ir muy lejos en Internet para encontrar miles de anécdotas que describen mejor que este texto lo que Steve era y representaba. Mi historia con él es sin duda banal. Nos encontramos por casualidad cuando yo buscaba un grupo para recuperar, fuera como fuera, una gira anulada de 30 conciertos por Europa. Cuando todavía nada hacía presagiar el inicio de una amistad profunda y fiel, la primera pregunta que me hizo fue: “¿por qué haces esos conciertos en las escuelas?” Les dejo imaginar la forma en que continuó la conversación.

Steve influyó profundamente en mi manera de ver mi oficio, de orientar, ¡y me permitió descubrir el back stage del jazz vocal! Le estaré eternamente agradecido.