Crecer Cantando

Alternativas para la Vida

 

Germán Camilo Salazar Lozada,

Gerente Fundación Schola Cantorum de Manizales, Colombia

 

El 22 de junio de 1902, tras una sangrienta guerra civil, denominada “La guerra de los mil días”, el presidente José Manuel Marroquín apoyado por la iglesia Católica decide realizar la consagración de Colombia al sagrado Corazón de Jesús; sin embargo este hecho se ha convertido en motivo de burlas y desesperanza para una nación que puede narrar en primera persona el vituperio de la guerra, el hambre y la desigualdad social. Desde entonces son muchas las generaciones que han conocido nuestro país bajo el calificativo peyorativo de “País del Sagrado Corazón”.

Y es que no es difícil encontrar en Latinoamérica gentes en situación de miseria y en condiciones sociales que trascienden lo económico llegando hasta lo cultural y lo psicológico; y para las cuales una pequeña gota de arte, recreación y formación puede convertirse en un mar de esperanza.

En junio de 2009, tuve la fortuna de reencontrarme con Sandra Liliana González, una amiga casi de mi infancia quien recién llegaba de Caracas tras una estancia de cinco años durante los cuales vivió un proceso que canalizaba el canto coral como un agente de cambio y de inclusión social. El programa perteneciente a la Schola Cantorum de Venezuela bajo la batuta (musical e ideológica) de María Guinand y Alberto Grau, buscaba integrar a niños y jóvenes en situación de riesgo social dentro de una dinámica artística de alto nivel; promoviendo su capacidad y su talento y vinculándolos con un proceso musical venezolano que ya es reconocido a nivel mundial.

Sandra, motivada por su experiencia traía consigo la ilusión de emular en Colombia el modelo venezolano adaptándolo a las condiciones propias de este país. Fue en este primer reencuentro que decidimos emprender la tarea de trabajar en conjunto para construir con voluntad, estoicismo y compromiso, nuestro propio proceso socio-musical.

Es así que, en octubre de 2009, se constituye ante la ley la Fundación Schola Cantorum de Manizales, cuyo objeto social es promover la música coral, así como la ejecución de programas de canto coral que propendan por el desarrollo musical y la inclusión social de la región.

Creamos entonces el proyecto denominado Crecer Cantando que busca Integrar la población infantil y juvenil en una dinámica cultural permanente, que conjuga la instrucción musical con el fortalecimiento de un sistema de valores ciudadanos como la participación, el diálogo, la tolerancia, la solidaridad, el respeto a las diferencias, el sano desarrollo del lenguaje, entre otras. El programa piloto se desarrolla en Manizales, una pequeña ciudad ubicada en el centro de Colombia perteneciente al Eje Cafetero, con alrededor de 500.000 habitantes, conocida mundialmente por estar ubicada a los pies del imponente Volcán Nevado del Ruiz; Manizales es reconocida en el ámbito nacional por ser una ciudad académica por excelencia con 10 centros de educación superior (una cifra alta si se tiene en cuenta la cantidad de habitantes); pero que, como toda ciudad en Colombia, vive situaciones de desigualdad social y económica.

Nos dimos a la tarea de financiar con recursos propios la creación de los dos primeros coros infantiles; el primero de ellos ligado a una institución que a pesar de la limitación de recursos, se ha preciado de llevar la vanguardia en el país en “Educación Inclusiva”, que busca educar en un mismo espacio estudiantes en condiciones de discapacidad, tanto física, como intelectual, emocional y familiar, así como aquellos que no poseen dicha condición. El segundo coro fue creado en una organización perteneciente a la iglesia católica y que trabaja con niños de escasos recursos; este coro cuenta con unos 30 integrantes pertenecientes a estratos 1 y 2 (los más bajos en Colombia); desde el principio han demostrado un interés y una motivación infinita para el canto.

Con estos núcleos corales el trabajo ha sido arduo y por obvias razones un poco más lento que el esperado para una población en condiciones diferentes; pero si existe algo de egocentrismo en este trabajo es la satisfacción de ver a niños con síndrome de Down, niños con quemaduras de alta gravedad en todo su cuerpo, niños abandonados o maltratados por sus padres, autistas y niños con discapacidad intelectual cantando al unísono y con una gran sonrisa en sus rostros.

El trabajo con ellos cumple 5 meses en los que no han faltado tropiezos, pues es común encontrar que no todos los días los integrantes del coro están en la misma disposición para cantar, ya sea por sus conflictos personales, porque muchos de ellos están diagnosticados con Deficit de Atención e Hiperactividad o por una nutrición inadecuada; este tipo de situaciones nos han llevado en alguna ocasión a cometer imprudencias (que de ninguna manera fueron malintencionadas) por desconocer la condición personal de cada coralista; lo que en determinado momento nos obligó a hacer un reconocimiento en particular de cada niño con el fin de mejorar la convivencia y optimizar la actividad tanto a nivel individual como grupal. En lo que a música concierne, tratamos de que la metodología no sea diferente, pues estos niños tienen la capacidad y el derecho a que se los trate como iguales, sólo de esta manera se puede lograr que se vinculen a la sociedad. Es una labor gratificante y buscamos darle continuidad gracias al apoyo de un par de instituciones que han sido impactadas con el resultado obtenido.

Uno de los puntos más interesantes de todo este proceso es el avance significativo que han obtenido los niños en otros aspectos de su vida; algunos de sus padres nos han expresado que sus hijos han mejorado en el lenguaje, en su desempeño académico, en su disciplina y su relación con otras personas; razón de más para seguir adelante con un proceso que esperamos convertir en nuestra gran fortaleza como institución.

Pese a lo anterior, la odisea de este trabajo tiene que ver con la consecución de recursos; el apoyo privado ha sido discreto y el apoyo estatal ha sido nulo; situación que algunas veces es difícil de entender si se tiene en cuenta que las leyes colombianas, sobre el papel, defienden el desarrollo cultural y contemplan beneficios tributarios para las empresas que sean mecenas de la educación y el arte.

En todo caso en Colombia la tradición artística y cultural ha tenido un desarrollo lento, sin desvirtuar esfuerzos valiosos que de alguna forma han impactado nuestra historia;  es este otro motivo que nos impulsa a trabajar pues queremos contribuir a esta tradición a partir de la música coral, queremos convertirla en un eje fundamental de el progreso de nuestro país.

En 1994 la corte constitucional declaró que la consagración de Colombia al Sagrado Corazón era insostenible debido a la libertad de cultos regente en nuestro país; el calificativo se sigue escuchando en las calles; pero somos hoy muchos los colombianos que con trabajo y con interés por nuestro país buscamos cambiar esa cara amarga que ha imperado por años; La Fundación Schola Cantorum de Manizales trabaja para construir patria a través del canto coral.

La música actuando por si misma es sublime, la música actuando por el ser humano es noble y es en esta segunda dimensión en la que “Crecer Cantando” proyecta su trabajo, es allí donde estamos promoviendo una transformación social, donde tenemos el espacio para que la música reciba en su regazo a todas las personas que quieran sumergirse en ella.

Nuestro proyecto pretende ser integral; cualquier aprendizaje, cualquier proceso conceptual y cognitivo es inútil cuando su aporte al crecimiento del individuo es limitado, por eso buscamos a través de la música formar verdaderos constructores de patria.

El arte debe ser en todo momento una luz de esperanza y una exaltación del espíritu humano, en contraposición con los devenires de un mundo prisionero de los sistemas y los conflictos; más aún en una sociedad tan necesitada de dicha esperanza como la nuestra. Somos los artistas  los llamados a demostrar y a incentivar ese aspecto humano y social de la música, y más allá de una simple labor instructiva, tenemos la obligación de enseñar a vivir a través de ella.

 

Germán Camilo Salazar LozadaGermán Camilo Salazar Lozada nace en 1986 en Manizales, Colombia. Ingresa a la edad de 10 años a la banda de marcha del Colegio Mayor de nuestra señora donde recibe sus primeras lecciones de música. Posteriormente ingresa a la escuela de Bellas Artes de la Universidad de Caldas donde cursa estudios de Guitarra Clásica durante dos años, en 2002 ingresa al Taller de Ópera de la Universidad de Caldas y en 2003 inicia estudios de Licenciatura en Música en la misma universidad en la especialidad de Técnica Vocal y Canto. Realizó su práctica docente como profesor de Teoría y Solfeo en el Curso Básico de Música de la Universidad de Caldas. Actualmente se desempeña como profesor de música en diferentes escuelas primarias de la ciudad, y gerente de la Fundación Schola Cantorum de Manizales. E-mail: camiloksl@gmail.com