Competición Coral Internacional ‘Ave Verum’, Baden
¡Un Motete de Buen Auspicio!
Andrea Angelini, Editor Gerente del BCI, director y maestro
El nombre de Baden evoca inmediatamente la vida imperial y noble-burguesa del siglo XVIII. Es aquí que tantos músicos concurrían habitualmente para pasar un período de reposo, acunados por el ocio y la dulce vida termal. Baden es todavía aquella romántica y pequeña ciudad, tan cercana a Viena que se sienten sus perfumes. Su centro histórico está rodeado de suaves colinas mientras que sus instalaciones termales descollan en medio de un florido parque.
No es difícil por lo tanto adivinar porqué el joven Wolfgang Amadeus encontró aquí la justa inspiración para escribir el célebre motete Ave Verum Corpus K618. Mozart compuso esta breve pieza para coro, arcos y órgano en el verano de 1791 -para ser más preciso, el autógrafo tiene fecha del 17 de junio- en Baden, donde se había reunido con su mujer Constanza, entretenida en la curas termales. Se cree que el origen de la composición se debe a una deuda contraída con Anton Stoll, quien dirigía el coro local; para saldar su deuda, Mozart le dedicó el Ave Verum para que fuera interpretado en la iglesia parroquial de Baden en el curso de la ceremonias celebrativas del Corpus Domini. Ciertamente la importancia de la pieza va mucho más allá de lo que sus pequeñas dimensiones hacen suponer, de hecho, el Ave Verum es una de las poquísimas composiciones de música sacra que Mozart haya escrito en los últimos años de vida junto a la Misa en Do menor K427/417a y al Requiem K626 (ambas partituras, como se sabe, inconclusas).
Es necesario por lo tanto admitir que con estas importantes prerrogativas habría sido difícil -e incómodo- para Wolfgang Ziegler, presidente del Festival, hacer un intento fallido durante su primera edición. ¡Lo veremos entonces en este Festival!
Baden es un lugar donde uno no se pierde. Su casco histórico está encerrado en una planta urbana de unos pocos cientos de metros de lado. La parte más placentera fue observar como los cantantes de los coros participantes se adueñaban de las calles de la ciudad, de las plazas, de los negocios, del parque, aportando un panorama multicolor al romper con la homogeneidad de las costumbres tradicionales.
Los grupos provenían de Noruega, Austria, Estonia, Alemania, Argentina, Estados Unidos, Bielorrusia, Suecia y Hungría. Luego de una pequeña pero significativa ceremonia de bienvenida realizada por el Intendente para los directores de coro, los miembros del jurado y los otros huéspedes, el Festival comenzó con la inauguración oficial llevada a cabo en el Pabellón del Parque de las Termas. Aquí los coros participantes fueron “homenajeados musicalmente” cada uno por parte de sus correspondientes huéspedes, todos ellos coros austríacos regionales, en una suerte de hermandad coral, manera simpática de decir… ¡Los apoyamos, buena suerte!. Luego siguió un impactante concierto del coro austríaco CantAnima, fuegos artificiales y una singular fiesta de bienvenida en el famoso Casino local, para beber a sorbos champagne alrededor de los croupier. ¡De sagrado a profano en el correr de media hora!
El día siguiente presencié el inicio del concurso que tuvo lugar en el teatro de la ciudad. Wolfgang Ziegler es un promotor de clase única; personalmente tengo algunas reservas, pero es siempre mejor así que en lugar de ver -como en algunos concursos- tantas categorías, algunas de las cuales cuentan con un solo coro compitiendo. El jurado verdaderamente excelso, contó con la participación de Erwin Ortner (presidente), Vytautas Miskinis, Karmina Šilec, Heinz Ferlesch, Maria Goundorina e Robert Sund.
Bello y variado fue el repertorio propuesto por los coros, compuesto por obras de importante dificultad. El programa no era obligatorio pero debía incluir piezas de diferentes épocas musicales. Finalizada la primera parte del concurso, se inició en la Iglesia St. Stephan “La larga noche de la música coral” con la atribución del Premio del Público. Fue ésta quizás la parte más original de toda la muestra, ya que los organizadores pensaron bien en agrupar los obras cantadas por los coros en tres temáticas de nombres: “concerto capriccio”, “concerto furioso” y “concerto cantabile”.
Domingo, el último día. El tiempo no fue tan agradable como los días anteriores, grandes nubes negras me recordaron que Mayo no es Agosto y que la temperatura estival del día anterior no era sino un recuerdo. Quizás Mozart también se refugió en el mismo café para escribir los últimos compases del pago a su deuda. Mientras esperaba la lluvia, que llegó más tarde que puntual, vino a mi mente la imágen de otro ilustre personaje que también se deleitaba componiendo en este oasis del bon vivre. ¡Beethoven pensó en emular a su predecesor y aumentar la fama de Baden escribiendo el himno europeo “Freude, schöner Götterfunken”! Los ciudadanos de Baden son orgullosos de recordarle al turista todo ello y lo hacen con gran tacto y exquisitez a los que, en mi condición de italiano, no estoy habituado. Habla por sí la presencia, en los más variados comercios, de los famosos chocolatines ‘Mozartkugeln’. Testimonio discreto de Mozart y Beethoven. Segunda parte del concurso, con un repertorio libremente elegido. Algunos coros estaban ligeramente nerviosos seguramente en su afán por obtener la victoria; otros, con menos chances, se los notaba más relajados. En general, se pudo disfrutar de un buen nivel de interpretación.
Llegamos al cierre, anochecía ya próxima la ceremonia de premiación y el anuncio de los ganadores. El teatro estaba realmente lleno en la gala final, afortunadamente me reservaron un lugar en primera fila junto al amigo Vytautas con quien intercambiamos diversas opiniones sobre la condición de los coros. Luego del saludo de las autoridades, el público presente participó en canto común de la interpretación del Ave Verum (obra que forma parte del patrimonio cultural austríaco) y luego llegó el ansiado anuncio: “¡And the winner is … Música Quántica from Argentina!”
Entonces se alzó una ensordecedora ovación por parte de las filas de los cantantes argentinos. Camilo Santostefano, el director, ya sobre el palco alzando el trofeo hacia el cielo, me hizo recordar a un gran futbolista, compatriota suyo, quien (por un largo tiempo) militó en las filas de un club italiano que no nombro por no ser el mio. Batutas aparte, creo que el jurado galardonó ciertamente al mejor grupo del concurso que con su coraje de presentar un repertorio variado y difícil (con obras de Gesualdo da Venosa, Pizzetti, Whitacre, Pamintuan) supo ofrecer una satisfactoria fidelidad en la ejecución de cada estilo.
Segunda y tercera posición, respectivamente, para el estonio “Ellerhein Girls Choir” y para el austríaco “Frauenkammerchor Cantilena”.
Wolfgang…..Ziegler (no Mozart, esta vez) puede sin duda sentirse satisfecho. Si un buen principio conduce a un buen final … ¡La próxima edición será otro merecido éxito!
Andrea Angelini, tiene un grado como pianista y como director coral. Lleva una intensa vida artística y profesional a la cabeza de varios coros y conjuntos de música de cámara. Gracias a su particular experticia en la música del Renacimiento ha liderado numerosos talleres y conferencias alrededor del mundo y es citado con frecuencia para actuar como juez en las más importantes competencias corales. En conjunto con Peter Philips ha enseñado por muchos años la clase para directores y coristas internacionales en Rimini. Es director artístico del festival coral Voce nei Chiostri y de la Competencia Internacional de Rimni. Desde 2009 también es editor del BCI. Como compositor sus obras han sido publicadas por Gelber-Hund, Eurarte, Canticanova y Ferrimontana. Email: aangelini@ifcm.net.
Traducción: Natalia María Forgione, Argentina
Revisado por Juan Casasbellas, Argentina
Edited by Gillian Forlivesi Heywood, Italy