La Enseñanza de la Percusion Latinoamericana en Coros Infantiles y Juveniles

Por Freddy Miranda, percusionista y docente

 

Uno de los elementos más trascendentales de la música coral en Latinoamérica ha sido la importancia dada a sus instrumentos. No olvidemos que durante la década de los años cincuenta la música coral era concebida mayormente a cappella, y los sonidos instrumentales de la música folklórica y popular estaban presentes solo cuando eran imitados por las voces. En la década de los años setenta se presentó un cambio notorio que trajo consigo la nueva sonoridad coral Latinoamericana. Este cambio se basó en la inclusión de diversos instrumentos rítmicos y armónicos que conformaron equipos homogéneos con el instrumento vocal. Notoria fue la presencia de la gran variedad de instrumentos de percusión, y este apoyo musical que se le proporcionó al coro le permitió una mayor presencia e independencia en el escenario. Esta inclusión de los elementos rítmicos (instrumentos de percusión) le ofreció al director mayores recursos y posibilidades artísticas, dando como resultado una interdependencia entre lo rítmico, lo melódico-armónico, y la destreza del director. Estas relaciones crearon una unidad indivisible expresada gráficamente en la figura siguiente:

immagine-teaching-latin-american-rhythms-to-youth-choirs-spEn mi experiencia de más de dos décadas como percusionista acompañante de la música coral y una y media como docente, me ha tocado canalizar la delicadeza de cada estilo musical en mi quehacer como músico acompañante, así como también a través de la formación de mis alumnos y discípulos. Esto obedece a que en el acompañamiento de la música Rock, el Jazz, la Salsa, etc.; todos los instrumentos entran en competencia queriendo sobresalir en la textura musical. En el caso de la música coral el rol fundamental de los instrumentos reside en el coro, y nuestra función como percusionistas es acompañar al ensamble. Cada uno de los elementos del conjunto debe conocer el rol que tiene. En el caso de los instrumentos de percusión acompañantes, estos ofrecen una base rítmica y también facilitan el tempo y las acentuaciones típicas de cada estilo, ya sea música étnica, música popular, o de manera más general, algún estilo de la música Latinoamericana.

Los estilos Latinoamericanos son muy diversos, y es imperativo estudiar cada uno de manera profunda para descubrir esa “malicia” (identidad, particularidad) oculta que cada ritmo encierra. A manera de ejemplo, y aunque sus instrumentos se parezcan, no es lo mismo tocar una Cumbia Colombiana que tocar una Cumbia Panameña. Cada una tiene una “malicia” distinta, lo cual la hace sonar de una manera particular en cada caso. De aquí que más que enseñarles a mis alumnos a tocar un ritmo particular en un instrumento específico, yo les aliento a profundizar, indagar, y descubrir más acerca del estilo y de los códigos y señales que se traducen en sonidos, que a su vez les permiten transmitir el mensaje que se pretende comunicar.

Hablo de mis alumnos pues durante mi carrera me he dado cuenta del potencial que cada coralista infantil y juvenil tiene para convertirse en percusionista acompañante de su propio ensamble coral. Sin importar su edad, el coralista tiene un conocimiento inicial sencillo y dinámico (a veces instintivo) de los recursos accesorios a cada estilo. Este conocimiento se convierte en la base que proporciona un enlace viable entre el coro y los instrumentos acompañantes. Esto no es un fenómeno restringido a las regiones geográficas de Latinoamérica y el Caribe. No olvidemos que en países no latinos se han visto con claridad asombrosa la ejecución magistral de ritmos Latinoamericanos y caribeños, y la inclusión de estos instrumentos en el mundo coral ha dado excelentes resultados.

Una vez que los músicos involucrados (director, coralistas, y especialmente los percusionistas) van conociendo la columna vertebral de cada género (incluyendo el conocimiento de los instrumentos accesorios como las Claves, el Güiro, el Cencerro o Campana, las Maracas o Shequerés), es necesario profundizar en la investigación de cada instrumento a ser utilizado de acuerdo al ritmo o estilo de su país de origen como por ejemplo: los Tambores de Conga, los Timbales, o los Bongos. En resumidas cuentas, es preciso conocer la percusión típica que caracteriza a cada país. Esto permite crear el acompañamiento adecuado para cada pieza, y por otro lado le ofrece al estudiante de percusión el conocimiento que le permitirá tener confianza e independencia con cada uno de los instrumentos. De esta manera la nueva generación de percusionistas logra el desarrollo psicomotríz necesario, mejorando su habilidad de hacer música con cada instrumento. Al enseñar estos ritmos a los alumnos es válido utilizar elementos del lenguaje hablado como frases, letras, vocablos, y modismos de la cotidianeidad que son rítmicamente sencillos y a la vez fáciles de retener en nuestra memoria. Estos tienen una cadencia rítmica que, en muchos casos, es trasferible a las fórmulas rítmicas propias de la instrumentación folklórica y popular.

Subrayo aquí que en todos mis talleres menciono la importancia del tambor como un medio de expresividad y transmisión de mensajes. Cada ritmo ejecutado en el tambor va más allá de una simple partitura escrita, y presenta un contenido de la inspiración de cada ejecutante. Dentro del coro de niños y jóvenes, cada coralista tiene el potencial de expresarse a través del instrumento de percusión. Mi rol no solo es el de acompañar al coro, sino de enseñar a algunos de los coralistas a acompañar al coro tocando percusión. En mi experiencia veo que el alumno imita a su maestro tomando en cuenta su postura y disposición ante cada instrumento y cada estilo que se le suministra. Yo los superviso directamente para mejorar cada ejecución, que posteriormente se incluye dentro de la textura coral para lograr soltura y costumbre, así como también para interactuar en el rol de acompañante. Es decir, no es solo una aproximación teórica, sino que se incluye un componente práctico en el proceso de aprendizaje. Una importante etapa posterior consiste en la enseñanza de elementos y herramientas particulares para cada ritmo. Es primordial incluir en este proceso una instrucción del lenguaje musical elemental junto a la notación y figuraciones rítmicas, que ayudarán en el proceso formativo.

Finalmente cada alumno debe comprender la construcción de cada ritmo y el trabajo de ensamble. Esto se logra en sesiones prácticas y en lo que he denominado la “rueda instrumental,” que consiste en sentar a los alumnos en un círculo, y luego de que cada uno logre tocar el instrumento escogido por mas o menos un minuto sin errores, el instrumento va rotando alrededor del círculo. Es importante que los instrumentos no se mezclen hasta que se haya dominado la técnica para cada uno dado que esto podría generar confusión. Cada “rueda instrumental” consta de un mínimo de 3 integrantes, y los estilos latinoamericanos a ejecutar pueden ser diversos, y a veces escogidos por ellos mismos. Posteriormente se ejecutan varios instrumentos simultáneamente para crear el ensamble. Esta técnica de enseñanza ayuda a desarrollar la destreza de ejecución de cada estilo, que eventualmente se combinan con ritmos previamente aprendidos. Finalmente se estudia la manera apropiada de acompañar diversos estilos en el coro. Todo en una misma dinámica, sencilla y no tan erudita, ya que a mi criterio, mucha técnica escolástica bloquea el aprendizaje. En muchos casos los estudiantes hacen uso de otras vías de aprendizaje al exponerse a bibliografía recomendada, grabaciones, conciertos, y a veces con la interacción directa con ejecutantes inmersos en la profesión.  Todo este largo proceso concluye con una demostración pública, y ultimadamente, con lo que yo llamo la “graduación,” que implica incluir a estos jóvenes percusionistas en el equipo de instrumentistas acompañantes del coro, al costado del maestro quién le ofrece seguridad y confianza.

Durante mi carrera como percusionista y docente he podido observar que cada alumno tiene una forma diferente de expresar la música, sin importar su edad o el coro en el que participa. Su inclusión en el rol de acompañante ayuda formar a músicos capaces de entender las complejidades de la música Latinoamericana, manteniéndolos involucrados en el diario acontecer de sus respectivos ensambles y respetando la individualidad de cada ejecutante. Este conocimiento se extenderá a lo largo de toda su vida musical, y les permitirá convertirse en buenos percusionistas y mejores coralistas. De alguna manera esto estimula en todos los jóvenes una vida en positivo que promueve valores de interacción, cooperación y trabajo en equipo; y quien sabe, hasta pudiera generar potencialmente excelentes y versátiles directores corales en el futuro.

 

 

freddy-mirandaFreddy Miranda, percusionista Venezolano, ha formado parte de grupos de música popular y folklórica, especializándose en el acompañamiento de coros. Es asesor, tallerista, e instructor de percusión Venezolana y Latinoamericana, y se mantiene involucrado en la  formación de coros en escuelas y comunidades. Freddy se mantiene activo en diversos grupos como el proyecto “Construir cantando” de la Fundacion Schola Cantorum de Venezuela, el “Ensamble Coral Latinoamérica,” la “Orquestina de Instrumentos Latinoamericanos y Tradicionales Anakarinarote;” y se desenvuelve como percusionista en Venezuela y el exterior.