Por María Guinand
“Es evidente que la música debe ser reconocida como un elemento de socialización, porque ella transmite los valores sociales más altos como son la solidaridad, armonía, compasión mutua y tiene la habilidad de reunir a todo la comunidad y expresar los sentimientos más sublimes” (José Antonio Abreu) [1]
En nuestra realidad cotidiana vivimos constantes y vertiginosos cambios. Por una parte, somos testigos de los importantes descubrimientos y avances de la tecnología, la ciencia, la medicina, el arte, la educación, entre otros, que proporcionan bienestar a la humanidad; pero por otra, vemos con angustia permanentes turbulencias políticas, económicas y sociales. Dentro de esta dinámica de contrastes y tensiones, nosotros, quienes nos dedicamos a la música coral nos hemos preguntado muchas veces ¿cómo podemos insertar nuestra acción y nuestro esfuerzo para contribuir de manera eficaz en el mundo de hoy, al desarrollo humano de una comunidad o de un colectivo?
En estas líneas no es posible responder a una pregunta tan amplia y compleja, pero sí podemos revisar algunos pensamientos y conceptos que pueden ayudarnos a encontrar respuestas y caminos para emprender nuestra labor.
A través de la historia constatamos cómo la música coral ha florecido dentro de la actividad religiosa o social de comunidades humanas muy diversas, siendo en muchas ocasiones un vehículo para transmitir ideas, valores y pensamientos trascendentes. Nosotros como directores de coros, maestros de canto coral o coralistas, estamos conscientes que nuestro arte ocupa si duda, un espacio único y privilegiado, ya que se fundamenta en valores humanos colectivos y de desarrollo personal, y por lo tanto es una herramienta eficaz que puede contribuir a aportar soluciones a toda la problemática social que genera en nuestro siglo XXI innumerables tensiones y conflictos. Reconocemos como valores colectivos del canto coral: la solidaridad, el trabajo en equipo, la tolerancia, la integración con el entorno y el sentido de pertenencia; y como valores de crecimiento personal: la disciplina, la autoestima, la concentración, la sensibilidad y la creatividad. Cuando todo ello se conjuga en torno a la búsqueda de la belleza, a través de la excelencia artística, se produce el milagro maravilloso, que experimentamos en algunos momentos memorables de nuestra vida como músicos y como líderes.
El tema de la Acción Social se ha convertido en un importante motto para orientar y dar sentido al trabajo de muchas organizaciones artísticas, educativas y deportivas en países donde la pobreza y la exclusión son la base de la conflictividad social, pero es también un importante tema de debate y preocupación en el mundo empresarial y económico, ya que el concepto de responsabilidad social forma parte de la planificación anual de muchas empresas. Recientemente expresó Kofi Anan, Exsecretario General de Naciones Unidas: ‘En un momento en que las empresas dedican gran parte de su tiempo a luchar contra la percepción de que son responsable por muchos de los males del mundo, el desempeño de un papel más protagónico en la lucha contra la pobreza demostraría que las empresas son parte de la solución’[2]
El pensamiento del Maestro José Antonio Abreu, fundador de ‘El Sistema de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela’ ha inspirado a muchas organizaciones musicales en el mundo entero a trabajar con entusiasmo y convicción en la inclusión y rescate de niños y jóvenes a través de la música. Una de sus premisas es: ‘Originalmente el arte era de las minorías para las minorías, luego se convirtió en una actividad de las minorías para una mayoría; hoy, en este siglo, el arte debe ser de las mayorías para la mayoría’[3]
Reflexionando sobre esta idea, nosotros podemos afirmar que la música coral, desde el siglo XIX y a lo largo del siglo XX y XXI ha sido un espacio de mayorías para mayorías. Son muchos los ejemplos de coros, festivales y organizaciones corales que han propiciado la inclusión social a través de su obra y de su legado. Hoy en día, particularmente en África y en América Latina la música como factor de cambio social está presente en múltiples iniciativas y en el Medio Oriente, el canto coral sirve como puente de unión entre pueblos en conflicto.
Ahora bien, la pregunta que nos hacemos todos es:
‘Cómo puede la música coral convertirse en una herramienta aún más poderosa para la integración y la inclusión social?
Es fundamental insertar nuestra actividad dentro del marco de acción de la responsabilidad social empresarial o dentro de los programa sociales de los estados y para ello es importante que nuestras organizaciones sean exitosas también como empresas artísticas y sociales. Como artistas, no podemos hacer concesiones a la mediocridad de un entorno que nos obliga muchas veces a buscar la ‘simplicidad’ y la ‘masificación’ y de esta manera ganar más facilmente adeptos a nuestra causa. En este aspecto tenemos que ser creativos con nuevas propuestas pedagógicas, repertorios atractivos, ser exigentes en el trabajo y en los resultados, de manera de mantenernos fieles a nuestro arte, la música.
Sin embargo, como líderes y promotores, para lograr una empresa social exitosa debemos tener en cuenta algunos parámetros:
- ‘La innovación en las propuestas artísticas y pedagógicas, entendidas éstas como la tranformación de prácticas tradicionales’…
- ‘La sustentabilidad de nuestra acción, la cual depende de la posibilidad de generar instituciones dedicadas a sostener la iniciativa en una asociación de mutuo beneficio con los sectores público y privado…
- ‘Las actividades programadas deben además tener un impacto social directo, es decir, ser desarrolladas directamente junto a los beneficiarios de las mismas, con resultados documentados, capaces de ser medidos y corroborados.
- ‘El grado de alcance y expansión de la iniciativa más allá de su ámbito inicial y su condición de replicabilidad a otras regiones y a gran escala en cooperación interinstitucional.’[4]
Existen muchos espacios en los cualés podemos trabajar para hacer de nuestros coros organizaciones artísticas y sociales exitosas, lo cual nos permitirá desarrollar de una manera más creativa y actual nuestra actividad dentro de la comunidad y en alianza con el sector público o privado.
Vivimos en un mundo complejo y competitivo, donde prevalecen muchas veces la injusticia, la intolerancia, la falta de libertad y la exclusión, y todo esto apunta hacia un futuro incierto para las nuevas generaciones. Sin embargo, nuestra gran oportunidad es seguir siendo parte de una acción colectiva, que contribuya a través del canto coral a que muchos más niños y jóvenes puedan acceder a una vida más digna, con libertad y esperanza, y que tengan un espacio donde ellos también puedan realizar sus sueños.
María Guinand, directora coral, profesora universitaria, pedagoga y líder de proyectos corales nacionales e internacionales se ha especializado en Música Coral Latinoamericana de los siglos XX y XXI. Obtuvo los premios ‘Kulturpreis’ (1998) de la Fundación Inter Nationes 1998 y el ‘Robert Edler Preis für Chormusik’ (2000) y el Premio Helmuth Rilling 2009. Con la Cantoría Alberto Grau obtuvo 6 Premios en los Concursos de Neuchatel y Arezzo (1989) y con el Orfeón Universitario Simón Bolívar tres medallas de oro en las Olimpiadas Corales realizadas en Linz (2000). Actualmente dirige la Schola Cantorum de Venezuela y la Coral Fundación Empresas Polar, es Directora Artística de la FSCV y Asesora de la IFCM. Colaboró estrechamente con ‘El Sistema’ desde 1976 hasta 2009 como Directora Asociada de Montajes Sinfónico Corales. Email: maria_guinand@yahoo.com
[1] ‘Tocar y Luchar’ (film)
[2] http://atamayon.blogspot.com/2014/01/el-foro-de-davos
[3] ‘Tocar y Luchar’ (film)
[4] ‘Criterios de selección para el ‘Emprendedor del Año’’. Schwab Foundation for Social Entrepreneurship. [Disponible: www.schwabfound.org/colombia/criteria.htm]