Virginia Bono, directora de coros
Un concurso de composición es un espacio, entre otros, que sirve para generar repertorio. Voces de Latinoamérica, adhiriendo a las ideas de la organización Our voice for our planet, buscó inspirar con este concurso a creadores de música coral a pensar en la música como vehículo de comunicación de un mensaje ecológico que promueva la toma de conciencia sobre el problema ambiental, el valor a la tierra como generadora de vida, y que estuviera ligado a los pensamientos más ancestrales como el de las comunidades originarias del continente americano o con las corrientes de pensamiento moderno de sustentabilidad. De este modo es un gran aporte para los coros que hoy quieren poner en sus voces ciertos paradigmas por la construcción de valores humanitarios en concordancia con la naturaleza.
La convocatoria fue aplaudida por la comunidad coral latinoamericana, pues se recibieron numerosas obras provenientes de varios países del continente resultando ganadoras:
- 1º premio: Reflexión. Música: Pablo Roberto. Texto: Eduardo “Lalo” Aibar
- 2º premio: Canta la tierra. Música y texto: Alfonso Paz Demasi
- Mención honorífica: Madre tierra: somos uno. Música y texto: Javier Donetti
Este concurso premió a las obras ganadoras con la edición de las mismas en la editorial Goldberg Verlag de Frankfurt, Alemania (www.goldberg-verlag.com). Esta posibilidad concreta de publicación pone accesible la obra a todos los coros y directores que estén interesados y apoya la difusión del repertorio con la formalidad necesaria para preservar los derechos de los creadores. En América Latina la circulación de partituras suele ser más bien informal debido a la escasez de editoriales musicales, por lo que este proyecto jerarquiza el valor de la obra coral y sus autores.
Un maravilloso corolario al proyecto de Voces de Latinoamérica lo constituye el estreno mundial de la obra ganadora del primer premio Reflexión en el marco de un evento muy especial. En cooperación con el festival y concurso coral Patagonia Canta en la ciudad de San Carlos de Bariloche (Argentina) se cantará por primera vez con la presencia del compositor, autoridades locales y nacionales de diversos países y en la voz de los coros participantes. La actividad nombrada “Planta y canta” consta de una plantación masiva de 300 árboles autóctonos que realizarán los participantes en la Isla Victoria en el Parque Nacional Nahuel Huapi el sábado 29 de octubre como iniciativa de reforestación de los bosques patagónicos, que tantas veces han sido dañados por incendios. Lo que comenzará con una charla de concientización sobre el cuidado del medio ambiente, la disminución personal y grupal de la huella de carbono y la plantación de los ejemplares mencionados, culminará con la ejecución de la obra coral Reflexión interpretada por todos los asistentes marcando, así, la presencia musical en este acto tan significativo en términos de ecología.
Una breve reseña sobre la obra Reflexión, del compositor argentino Pablo Roberto, ganadora del 1º premio del Concurso de composición coral sobre temática ecológica
La composición reúne elementos que caracterizan distintos puntos geográficos de América Latina. Algunos de esos elementos son musicales como el ostinato de la voz de bajos en ritmo de loncomeo, propio de la cultura Tehuelche-Mapuche de la Patagonia en el extremo sur del continente; y otros provenientes del texto como Abya Yala término en lengua Dulegaya de la etnia Kuna en el norte de Colombia y Panamá por un lado y Pachamama vocablo quechua que significa Madre Tierra y es reconocido en toda la región andina de América del Sur. En este sentido, la obra, reúne y aúna a todo el continente en una misma reflexión sobre el valor de la tierra, el cuidado y la esperanza en un tiempo futuro con mayor protección y respeto. Es el canto de toda una raza, diversa y plural, que honra a la madre tierra, se lamenta por lo malo acontecido y augura un porvenir en equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Este símbolo se refuerza con el uso del término Abya Yala que significa Tierra viva, Tierra en florecimiento pero que hoy en día se ha convertido en un concepto de identidad y unidad para los pueblos indígenas de América Latina.
La presencia de ostinatos rítmico-melódicos en todas las voces va introduciéndonos en una atmósfera de ceremonia y danza. En la escritura se especifican con detalle articulaciones y glisandi entre notas como también en el final de una nota larga otorgando éstos la caracterización necesaria para una interpretación que imita el sonido del kultrún (tambor mapuche) en los bajos, y las diferentes aclamaciones a la madre tierra, con sonido levemente nasalizado, en el resto de las voces. Como al comienzo de la obra, sonidos de pájaros y viento, intervienen en algunas ocasiones completando el paisaje sonoro.
En tres momentos se suma a la trama musical un recitado, que bien viene considerar traducir al idioma del coro y del público, para que el mensaje cobre aún mucho más valor comunicativo.
Pacha Mama, Madre Tierra
Kusilla, Kusilla, en Abya Yala
como en toda tu extensión,
distintos nombres, Lenguas y Culturas.
Te saludo.
Sin ensoñar con vueltas al pasado
me aventuro a imaginarte, Madre nuestra,
cultivada con mesura y protegida
por aquellos que vengan a poblarte,
en la ronda permanente de la Vida.
Esta obra de 4 minutos de duración escrita para coro mixto sin divisi constituye una gran incorporación al repertorio de cualquier coro. Quizás las secciones del texto en español puedan significar alguna dificultad para los hispanoparlantes pero aún así serán superadas con facilidad. Por su parte las frases en Quechua y Dulegaya son breves y reiterativas y no representan obstáculo alguno para su pronunciación.
El aporte musical es importante pues representa ritmos y giros melódicos propios de las músicas étnicas y folklóricas de América Latina con autenticidad y en grado accesible para coros de todas las latitudes.
Desde el sur del continente latinoamericano los invito a hacerla propia e incorporarla en vuestro repertorio, como hacer propio también el mensaje de amor a nuestra Tierra y ser mensajeros con nuestras voces, con nuestros coros, de una conciencia más armónica con la naturaleza.