Una Entrevista con H. Royce Saltzman
Por Kathy Saltzman Romey, Directora de Actividades Corales en la Universidad de Minnesota y Directora Artística de la Minnesota Chorale.
A lo largo de mi vida, he tenido la fortuna de tener muchos profesores, consejeros y mentores maravillosos. He sido especialmente bendecida por el hecho de que mi padre, H. Royce Saltzman, haya desempeñado todos estos papeles. Su labor como director, educador, co-fundador y director ejecutivo del Oregon Bach Festival, antiguo presidente nacional de la Asociación Americana de Directores Corales (ACDA por sus siglas en inglés) y miembro fundador y ex-presidente de la Federación Internacional para la Música Coral, causó un profundo impacto en mi vida y en mi carrera en la música coral, y en incontables vidas que están actualmente activas en la profesión. A través de su visión, arte, diplomacia, pasión, servicio y compromiso, he llegado a apreciar el papel fundamental que la música coral puede desempeñar en la sociedad con el fin de lograr una mejor comprensión entre pueblos y culturas. Con gran orgullo y admiración comparto la siguiente entrevista, que refleja algo de la perspicacia, sabiduría y recomendaciones que he tenido el privilegio de recibir por tantos años.
Romey: ¿Cómo te interesaste en la música coral?
Saltzman: Cuando vivía de niño en Abilene, Kansas, asistía a una iglesia donde estaban prohibidos los instrumentos musicales. La congregación cantaba himnos a capella a cuatro voces, y mi padre era el director. Casi todas las semanas llegaba gente a nuestra casa para cantar…cuartetos, octetos, etc. Estas “reuniones” eran importantes eventos sociales que reemplazaban las películas y los bailes, también prohibidos por la iglesia. De modo que crecí con una compresión y un amor por la música vocal. El canto se convirtió en parte integral de mi vida desde la infancia hasta el día de hoy.
Romey: ¿Hubo personas específicas en tu vida que hayan contribuido a aumentar tu interés en la música coral?
Saltzman: Mis padres, por supuesto; también fueron mis mentores otras tres personas: los directores Earl Miller en Messiah College y Mary Oyer en Goshen College, ambos pusieron un fuerte énfasis en la tradición a capella; y en la Universidad del Sur de California, Charles Hirt. La influencia de estas tres personas solidificó mi compromiso con el arte coral y dio forma a mi deseo de convertirme en director, docente y administrador.
Esto fue particularmente cierto en la Universidad del Sur de California (USC), donde Charles Hirt me abrió las puertas como su asistente en dirección, docencia y administración, que sentó las bases para mis futuros puestos de liderazgo. Él se convirtió en un ejemplo a seguir que a diario “reflejaba” hacia mí el tipo de músico que yo deseaba y necesitaba ser. En un sentido real, soy una extensión de estas personas, un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene una oportunidad única para influir en aquellos con quienes trabajamos. Es un llamado supremo que debe ser tomado seriamente porque el impacto que se provoca sobre las vidas de estudiantes y cantores puede ser la base sobre la que ellos construyen su trayectoria.
Romey: Una gran parte de tu carrera ha consistido en posiciones administrativas. ¿Cuál fue la primera vez en que te involucraste en la gestión musical y cómo desarrollaste estas aptitudes?
Saltzman: Mi primera experiencia real en administración fue en la USC. Cuando Charles Hirt se tomó un año sabático, fui designado como jefe interino del Departamento de Música Litúrgica por un breve período de tiempo. Luego, me desempeñé por once años como decano asociado y coordinador de postgrado de la Escuela de Música en la Universidad de Oregón y como director de la sesión de verano por veintiún años.
En la Universidad, fui en primer lugar docente y director pero me di cuenta de que el aspecto creativo de la administración era gratificante. Me inspiró la oportunidad de ser innovador y creativo, sintiendo que no sólo podía hacer una contribución en el aula y el podio sino también en el desarrollo de programas que pudieran perfeccionar la profesión coral. Fue durante este período de tiempo que me involucré profundamente en un rol directivo con la Asociación Americana de Directores Corales y fue en ese tiempo cuando se sembró la semilla del Oregon Bach Festival.
¿Cómo se desarrollaron mis aptitudes administrativas? Más importante aun, el reto de crear ideas y formas de realizarlas: comenzar con algo nuevo y alimentarlo hasta su madurez. El proceso de creación era a menudo difícil pero los resultados, cuando eran exitosos, eran muy gratificantes. Sé que hubo fracasos y éxitos pero como disfrutaba el reto, ¡mi futuro como administrador estaba trazado!
Romey: ¿Cuándo fuiste presidente de la ACDA y qué crees que haya sido significativo durante tu presidencia?
Saltzman: Fui presidente de 1979 a 1981. Sucedieron algunas cosas durante mi permanencia en el cargo que me gustaría pensar que contribuyeron a la efectividad de la ACDA.
Coleen Kirk y yo creíamos firmemente que el liderazgo entre todos los presidentes de organizaciones, estado y división específicamente, carecían de un entendimiento de la responsabilidad, es decir, lo que se requería de ellos en sus respectivos puestos administrativos. En muchos casos, era una caja de zapatos con correspondencia que se pasaba al sucesor de un directivo. En pocas palabras, no existían lineamientos o descripciones del puesto que garantizaran la eficiencia o productividad.
Con el apoyo de la oficina nacional y un subsidio de la Fundación Nacional para las Artes, se llevó a cabo la primera Conferencia para el Liderazgo de la ACDA en la Universidad de Cameron, Lawton, Oklahoma, en 1979, que incluía talleres sobre finanzas, liderazgo, boletines informativos, una visión general de la ACDA como organización y mucho más. Fue un hito administrativo para fortalecer la gerencia de la Asociación. Actualmente, la Conferencia para el Liderazgo es una parte integral de la estructura administrativa de la ACDA.
La Columna del Presidente de mi autoría en el Diario Coral abogaba por un archivo ACDA. 1 Walter Collins asumió el mando y se convirtió en la fuerza propulsora para hacer de ello una realidad.2 Yo era partidario de un subsidio que asegurara la estabilidad financiera de la ACDA. Gene Brooks lo puso en marcha. 3 Me pareció muy importante establecer un diálogo con colegas y organizaciones internacionales.
Quizás la decisión más controversial fue la separación de la División Centro-Norte, en rápida expansión, en dos regiones geográficas: Centro-Norte y Central. Fue un debate acalorado que generó reacciones tanto en apoyo como en contra. Centro-Norte tenía un fuerte liderazgo, una militancia floreciente y programas de calidad. Así que ¿por qué separar a la familia? El nivel de crecimiento y tamaño geográfico justificó una separación. La División Centro-Norte fue reducida de diez a seis estados y la División Central se convirtió en cuatro estados. Treinta años después, tal vez el adagio Menos es más ha probado ser cierto.
Romey: ¿Cómo te involucraste en la creación de la Federación Internacional para la Música Coral (FIMC)?
Saltzman: Muchos líderes corales discutieron sobre el concepto de una organización internacional que facilitaría la cooperación e intercambio entre coros, instituciones educativas y organizaciones nacionales durante un período prolongado de tiempo. Asistí a reuniones en Lucerna (1979) y también en París al siguiente año cuando se discutió esta idea.
En la Conferencia Nacional de la ACDA en 1981 en Nueva Orleans, promoví una cumbre coral a la que asistieron líderes provenientes de treinta países: Robert Solem (Canadá); Ma Ge-shun (China); Waldo Aranguiz (Chile); Marcel Corneloup, Marcel Couraud, Claude Tagger (Francia); John Poole (Gran Bretaña); Christoph Kuhlewein, Walter Weidmann, Herbert Sass, Paul Wehrle (Alemania); Takashi Iijima, Kan Ishi (Japón); Oriol Martorell (España); Eskil Hemberg (Suecia); Willi Gohl (Suiza); Vialimirov Sokolov (USSR); Alberto Grau (Venezuela); James Bjorge, Gene Brooks, Walter Collins, Maurice Casey, Charles Hirt, Coleen Kirk, and Russell Mathis (Estados Unidos).4
El grupo abordó temas tales como giras, educación, intercambio de información y material, pero primero que todo, la posibilidad de establecer una organización internacional que facilitaría la cooperación y el intercambio. La camaradería dentro del grupo era eléctrica, mejor descrita en una carta que Charles Hirt escribió al editor Don Hinshaw.
Estos días estaban llenos de entusiasmo y sentido del porvenir, con la comprensión de lo que un mundo que canta al unísono podría lograr, libre de política y mezquindad. Nunca olvidaré los momentos finales de la despedida, cuando, espontáneamente del fondo de la sala, Walter Collins empezó a cantar la ronda Dona Nobis Pacem y cómo la sala se llenó de canto y nuestros ojos de emoción.5
Posteriormente, presidí un comité interino que se reunió en Loughborough, Inglaterra, para (1) establecer leyes, (2) elegir un nombre que representara su alcance global y (3) determinar las Organizaciones Fundadoras que proveyeran el apoyo y validez a la incipiente alianza. Así nace la FIMC en 1981.
Romey: Fuiste Presidente de la FIMC durante sus primeros años. ¿Cuándo fue eso y qué crees que fue significativo durante tu presidencia?
Saltzman: Paul Wehrle (Alemania), un visionario y propulsor de hace mucho tiempo de una organización coral mundial, fue el primer presidente de la FIMC de 1982 a 1985. Fui sucesor de Paul como Presidente durante ocho años, una parte de este período como interino a causa de la muerte del entonces Presidente, Claude Tagger (Francia). Otros presidentes fueron María Guinand (Venezuela), Eskil Hemberg (Suecia), Lupwishi Mbuyamba (Mozambique) y el presidente interino, Michael Anderson (EEUU). El Comité Ejecutivo y la Junta Directiva de la FIMC se componen de personas provenientes de diecinueve países y su Consejo de Asesores, de quince naciones.
¿Qué fue lo más significativo durante mi presidencia?
Primero. En los primeros años de la FIMC, un objetivo primordial era establecer relaciones con líderes del mundo con ideas afines, colegas que entendieran que el lenguaje del canto tiene el poder de unir a la gente sin importar las diferencias culturales, políticas, ideológicas, religiosas, lingüísticas o raciales y que colectivamente, a través la FIMC, podríamos hacer la diferencia globalmente y dentro de nuestros respectivos países. En un sentido real mi responsabilidad era la de un embajador.
Segundo. Valoré la oportunidad de involucrarme en el proceso creativo de planificar los primeros tres simposios: Viena, Estocolmo y Vancouver específicamente. Viena fue difícil porque la FIMC estaba entrando en terreno inexplorado en cuanto a la planificación de un simposio mundial. Tres años después, Estocolmo fue apasionante, con programas complementarios en Estonia y Finlandia, y Christian Ljunggren como presidente local. Se incluyeron presentaciones del Coro de la Radio Sueca; el Réquiem de Brahms con el Coro Estatal de la URSS, miembros del Coro Juvenil Mundial (representando a veinticinco países), Schola Cantorum de Caracas, el Coro Arnold Schönberg y la Orquesta de la Radio Sueca bajo la dirección de Robert Shaw. En Estonia, una gira coral itinerante de Tallinn y el Coro de Cámara Filarmónica de Estonia y en Finlandia, Krzysztof Penderecki condujo su Réquiem Polaco con la Orquesta de la Radio Finlandesa, The Dale Warland Singers, el Coro de Cámara Suomi de Finlandia y el Coro de Cámara Ave Sol de Lituania. ¡Fue un triunfo mundial! En Vancouver, trabajé con un excelente comité de planificación compuesto por personas de la Federación Coral de la Columbia Británica, presentamos por primera vez un coro de la República Popular de China y a Exaudi, un coro de cámara de Cuba. En un sentido real, estos simposios prepararon el terreno para aquéllos que lo siguieron.
Romey: ¿Cuál es la contribución más importante de la FIMC al arte coral?
Saltzman: Sin lugar a dudas, el Simposio Coral que se realiza cada tres años. Primero en Viena (1987), luego en Estocolmo (1990), seguido de Vancouver (1993), Sídney (1996), Rotterdam (1999), Minneapolis (2002), Kioto (2005), Copenhague (2008) y en 2011, Puerto Madryn, Argentina. Este evento de 7 días con conciertos, talleres y cursos magistrales da un claro testimonio de las metas y objetivos de la Federación, ofreciendo una perspectiva global única de la música coral.
Otras contribuciones importantes son el Coro Juvenil Mundial, el Boletín Coral Internacional (la publicación oficial de la FIMC), el Censo Coral Mundial (un compendio de los líderes y organizaciones corales de todo el mundo), MUSICA Internacional (una base de datos de 156.000 obras del repertorio coral), Comisiones, Songbridge (un foro para coros infantiles y juveniles), el Día Internacional del Canto Coral y la Serie Coral Cantemus que se enfoca en el repertorio coral internacional.
Actualmente, la membresía de la Federación está compuesta por dos mil miembros de todo el mundo en cuatro categorías: individuos, coros, organizaciones y empresas. Es también el representante coral oficial del Consejo Musical Internacional de la UNESCO.
Romey: El Oregon Bach Festival (OBF) conmemorará un importante hito este año. ¿Cómo empezó el Festival y cómo se ha desarrollado en los últimos cuarenta años?
Saltzman: Es difícil creer que el año 2010 marca cuatro décadas del Oregon Bach Festival, un evento que nunca fue planificado pero que simplemente evolucionó a lo largo de unos años.
En 1968-69 fui director del Centro Internacional para la Educación Musical de la Universidad de Oregón, que se centraba en la música litúrgica y coral. Los estudiantes se inscribían en la universidad en Eugene pero tomaban sus clases en la Pädagogische Hochschule (Universidad Pedagógica) en Ludwigsburg, Alemania. John Haberden, antiguo presidente de la ACDA, fue alumno de ese grupo de estudiantes. Fue durante este año académico cuando conocí a Helmuth Rilling, un director suabo poco conocido de Stuttgart.
Al año siguiente, estos dos jóvenes directores, Helmuth Rilling de Stuttgart y Royce Saltzman de Eugene, plantaron las semillas de lo que sería un festival veraniego de música. El formato de ese primer evento de bajo perfil reunió dos importantes elementos: la educación y la interpretación, cursos magistrales para el músico profesional y conferencias/demostraciones para el músico amateur y el público, que culminaron en una serie de conciertos con énfasis en la música de Bach.
A pesar de que el Festival enfatiza la música de Bach, se han interpretado obras de compositores tales como Brahms, Beethoven, Haydn, Monteverdi, Mozart y Verdi. La música de compositores vivos también ha sido una prioridad. En 1994, el Festival encargó a Arvo Pärt la composición de Letanía. Osvaldo Golijov en 1996 compuso la cantata Oceana. En 1998, como una colaboración conjunta con la Internationale Bachakademie-Stuttgart (IBA), le fue encargado a Krzysztof Penderecki la composición de Credo, cuya grabación fue votada “Mejor Interpretación Coral” en la 43ma Ceremonia de los Premios Grammy; y más recientemente, en 2009, una segunda colaboración con IBA, Mesías de Sven David Sandström.
He sido increíblemente afortunado por colaborar con Helmuth Rilling durante muchos años. Él es un músico consumado, un maestro y un director extraordinario, un genio en comunicar el lenguaje de los gestos y la importancia del texto. Personalmente, es un amigo muy querido. El hecho de que Rilling haya elegido permanecer como el director artístico y director del Festival por cuarenta años evidencia su actual compromiso con los requisitos más importantes del Festival: la educación y la interpretación.
Romey: Explícame sobre el componente educativo del Oregon Bach Festival y por qué existe un compromiso tan fuerte hacia este aspecto del Festival.
Saltzman: El Festival es una entidad legal de una institución educativa, la Universidad de Oregón. Sus co-fundadores fueron docentes y directores; de manera que es apropiado que la educación sea una alta prioridad en la misión de la organización.
He dicho a menudo que la educación es en realidad lo que mantiene vivo al Oregon Bach Festival. Desde el principio, Helmuth Rilling ofrecía una clase magistral en dirección que con los años ha incluido directores de más de treinta países. La Academia Coral Juvenil Familiar Stangeland de 85 voces, bajo la dirección de Anton Arnstrong, ahora en su 30mo aniversario, atrae a cantores de la escuela secundaria de todos los Estados Unidos y este año, de Rusia. La Serie Discovery, con conferencias-demostraciones de Rilling, está destinada específicamente a educar al público y ofrecer a los directores la oportunidad de interpretar en vivo en la clase magistral. La sesión InChoir está abierta a todos los que deseen la experiencia de cantar grandes obras maestras junto con el coro profesional de 54 voces del Festival. La Iniciativa de la Escuela Primaria de Música hace posible el contacto diario con la música clásica en escuelas locales. Y está la Cátedra Hinkle, la Serie Let’s Talk y las conferencias pre-concierto Inside Line, todas forman parte de un objetivo educativo que continúa siendo el corazón del Festival.
Estoy sumamente orgulloso de el Festival haya cambiado y continúe cambiando vidas. Es cierto que ha habido muchas presentaciones memorables pero Rilling y yo hemos dicho repetidamente que lo más importante de nuestra oferta musical y educativa es transformar la vida de las personas. Esa es la premisa sobre la que el Festival se ha creado y es el legado que deseamos dejar.
Romey: Hace poco te retiraste de tu posición como Director Ejecutivo del Oregon Bach Festival. ¿Cómo has seguido estando involucrado y que te gustaría ver en el futuro del Festival?
Saltzman: La transición del liderazgo puede ser difícil. Estoy complacido y agradecido de que mi sucesor, el Dr. John Evans de la BBC Radio 3, Reino Unido, es ahora el presidente y director ejecutivo de la OBF. A petición de él, estoy en la Junta Directiva del Festival. Lo más emocionante es saber que en este año se habrá cumplido la meta de donaciones de diez millones de dólares. Es un agradecido “Amén” a uno de los momentos más significativos de mi vida. El cambio es inevitable. El Oregon Bach Festival está en buenas manos y lo estará en el futuro. Como director emérito, es esencial que conozca mi rol: asesor cuando es necesario, siempre defensor y un mecenas que apoya cuando es posible.
Romey: Echando un vistazo a tu carrera, ¿Cómo encontrabas el equilibrio entre tantas responsabilidades laborares y las de tu familia?
Saltzman: No creo que lo haya manejado bien. En retrospectiva, permití que las exigencias profesionales, con su insaciable apetito por tiempo y energía, opacaran mis obligaciones como esposo y padre. Por muchos años, mi esposa Phyllis asumió la crianza de nuestras cuatro hijas mientras me enfocaba en enseñar en la Universidad de Oregón, dirigir en la Iglesia Episcopal de St. Mary, desarrollar el Oregon Bach Festival y presidir en la ACDA. Luego, después de realizar una transición lateral de la enseñanza a la gerencia a tiempo completo, mi atención se trasladó a la organización del Oregon Bach Festival, con su necesidad de incontables horas de planificación y la supervisión de la FIMC, que requirió de numerosos viajes al exterior cada año. La buena disposición de Phyllis de criar en mi ausencia a nuestras hijas y su apoyo a mi trabajo, sostuvo a la familia durante estos períodos. Además, su participación en el Festival como anfitriona de eventos sociales para músicos y patrocinadores y ayudándome a construir relaciones dentro de la comunidad, fue un factor fundamental en el éxito de la organización. Actualmente, nuestras hijas se darán cuenta de que la ausencia de su padre durante su adolescencia fue un alto precio que se pagó por cualquier éxito que haya logrado. Y estoy de acuerdo. Es una lección que aprendí, una advertencia que no debe ser ignorada por los compañeros en posiciones de liderazgo.
Romey: Desde el punto de vista de tu labor en la educación y administración musical, ¿cuáles crees que sean los desafíos para la próxima generación de directores de este país?
Saltzman: Los desafíos más importantes son la desaparición del canto en las escuelas y el público cada vez más reducido en los conciertos.
De acuerdo con un nuevo estudio de Chorus America, 32,5 millones de adultos en Estados Unidos cantan regularmente en un coro y si se incluyen a los niños, el total estimado es de 42,6 millones. ¡Es digno de mención sin duda! Por otro lado, es preocupante que el canto no sea parte del plan de estudios de la mayoría de las escuelas de primaria y algunas de secundaria gracias a restricciones presupuestarias. Los niños se están volviendo ignorantes en el arte más puro, el canto. Es una situación negativa que invade nuestro país, que conduce a una erosión potencial de una gran parte de lo que ha florecido en el pasado. Esta situación tiene graves implicaciones para el futuro de la música coral. Una base que se desmorona amenaza la estructura superior. El desafío es buscar maneras innovadoras de hacer del canto una parte de la cotidianidad de los niños y adolescentes. Ellos son la sangre vital para los programas corales en los niveles secundarios y universitarios y su participación determina si habrá nuevas audiencias que participen y se comprometan con la música coral. John F. Kennedy dijo:
Las artes, lejos de ser una interrupción, una distracción en la vida de una nación, están muy cerca del propósito de una nación y son una prueba de la calidad de su civilización.
Aplaudo a los directores, quienes están ofreciendo oportunidades corales complementarias fuera de sus organizaciones académicas y civiles. Si la música coral es omitida de nuestro esquema educativo, entonces los programas comunitarios accesibles son de una importancia vital.
Romey: ¿Cómo ves el futuro de la música coral desde tu privilegiado punto de vista? ¿Nacionalmente e internacionalmente?
Saltzman: La época en que vivimos ofrece a los directores corales de todo el mundo una amplia gama de recursos desconocidos hasta este momento, es decir, comunicación directa por correo electrónico y Skype; mayor acceso al repertorio internacional provisto por editoriales y organizaciones como MUSICA; mayores oportunidades de presentaciones en todo el mundo y la accesibilidad a obras traducidas y publicadas relacionadas con nuestra profesión. Hoy en día, nuestro mundo no se mide por la distancia sino por las relaciones. Nos hemos convertido en una extensa comunidad rica en diversidad, unidos con lo que es común entre nosotros, el arte coral.
En cuanto al futuro, es importante que cada uno de nosotros expanda sus respectivos horizontes y se convierta en participantes activos de esta comunidad mundial. Debemos continuar forjando relaciones que nos permitan, así como nuestros cantores y alumnos, convertirnos en ciudadanos internacionales de la tradición del canto.
H.Royce Saltzman es el Director Emérito del Oregon Bach Festival, una organización que co-fundó junto con el director artístico Helmuth Rilling. En 1970, bajo su dirección, el Festival se convirtió en uno de los festivales más grandes de música clásica en los Estados Unidos, que celebra este verano su 40mo aniversario. Saltzman obtuvo su Licenciatura en Goshen College, una Maestría en la Universidad Northwestern y un Doctorado en la Universidad del Sur de California. En 1964, se unió al cuerpo docente de la Universidad de Oregón y luego asumió el cargo de Decano Asociado de la Escuela de Música por doce años. Fue el presidente nacional de la Asociación Americana de Directores Corales de 1979 a 1981 y presidente de la Federación Internacional para la Música Coral de 1985 a 1993. Saltzman ha formado parte de cinco comisiones de la Fundación Nacional para las Artes. Es también miembro del Comité Honorario de Zimriya, la Asamblea Mundial de Coros en Israel; fue asesor honorario para el Festival Coral Internacional China en Beijing; antiguo miembro de la junta directiva de Chorus America; un miembro del Consejo de Asesores, Academia Bach de Venezuela en Caracas y miembro actual de la Junta Directiva de la Internationale Bachakademie-Stuttgart. En 1994, recibió la Orden de la Cruz del Mérito, el galardón político-cultural más importante de Alemania. Otros galardones y menciones incluyen el Premio al Servicio Distinguido de la Universidad de Oregón en 1996, el Premio al Servicio Distinguido de Chorus America en 2010 y premios Alumni del Messiah College, Goshen College, Northwestern University y la Escuela de Música de Thornton de la Universidad del Sur de California. En 1997, fue homenajeado con el Premio al Primer Ciudadadano de Eugene, Oregón. Royce y su esposa, Phyllis, celebraron su 58vo aniversario de bodas en junio y residen en Eugene, Oregón. Tienen cuatro hijas, siendo Kathy Romey la mayor, y siete nietos. Email: saltzman@uoregon.edu
1 The Choral Journal, “President’s Comments”, 6 de febrero de 1980
2 The Choral Journal, “President’s Comments”, 4 de abril de 1981
3 The Choral Journal, “President’s Comments”, 6 de enero de 1981
4 Sheila Pritchard, “Federación Internacional para la Música Coral: Antecedentes, comienzos y primera década”. Disertación Doctoral, 1994, Vol I, 135-6.
5 Ibid, p. 138.
Kathy Saltzman Romey es Directora de Actividades Corales en la Universidad de Minnesota, Directora Artística del Minnesota Chorale y Master de Coro para el Oregon Bach Festival. Correo electrónico: romey001@umn.edu
Esta entrevista se publicó en el Diario Coral vol. 51, N º 1 de agosto de 2010 y reproducido con permiso de la revista y los autores.
Traduccion Diana Ho ,Venezuela