Por Andrea Angelini, director coral, profesor, editor en jefe del BCI
AA: ¿Cuándo comenzó tu carrera como compositor? Y desde entonces, durante tus estudios, ¿tomaste consciencia de que la música era el camino que deseabas seguir?
Ēriks Ešenvalds: Nací en 1977 en una familia soviética común y corriente en Letonia. Mi padre era conductor de una ambulancia, pero mi mamá era maestra de música en la Escuela Primaria, y ella fue la primera en enseñarme canciones infantiles y los principios básicos de la música.
Mi primer intento de escribir algo de mi autoría en un papel pentagramado fue durante mis primeros años en la Escuela de Música para Niños de mi ciudad natal, donde desde los 7 hasta los 14 años de edad estudié música seriamente: piano, canto, teoría musical, historia de la música, coro y piano duo. Recuerdo ese particular receso de diez minutos en la clase de coro, cuando repentinamente decidí escribir 8 compases de música en un pedazo de papel, luego se lo mostré a la maestra del coro, y ella lo tocó en el piano. Sonaba interesante, pero aún más interesante fue su comentario: “Ēriks, deberías escribir música, quizá un canción completa para comenzar.” Esa fue la primera vez que la palabra componer se convirtió en algo personal para mí. Y sí escribí una canción, varias canciones… gracias a Whitney Houston, quien era muy popular en esa época. En la Unión Soviética no teníamos disponible ninguna de sus partituras, así que aprendí sus canciones a oído para tocarlas en mi piano, y realmente me sorprendí por los pocos acordes que constituían las canciones: Dm, Bb, C, F, C/E, Am, Gm7. También me aprendí las modulaciones que permitían a las canciones volverse más dramáticas. Así, aprendí estas cosas básicas a la edad de 10 años, y usándolas escribí algunas de mis propias canciones, pero el problema era conseguir la letra para mis melodías.
Entonces, a los 14 años de edad, cuando Letonia fue liberada y las iglesias anteriormente prohibidas pudieron abrir sus puertas de nuevo, me convertí al cristianismo en la iglesia baptista de mi ciudad natal. Estaba feliz de encontrar buenas letras de las canciones sacras para mis melodías, y el coro de la iglesia fue el primer ejecutante de mis primeras composiciones serias. A la edad de 15 años, en lugar de continuar estudiando música en el Music High-school, decidí estudiar seriamente matemáticas y física, para luego convertirme en estudiante de psicología en la Universidad de Letonia. Pero a los 17 años, luego de un mes de estudiar psicología, renuncié a la universidad al descubrir que la psicología no era lo mío. Realmente hubo un momento muy duro que arruinó mi vida de color de rosa, ya que repentinamente una tarde mi compañero de cuarto murió de un ataque cardíaco. Durante ese período, las clases de programación neurolingüística fueron el primer entrenamiento práctico de los estudios que no me gustaron, y pronto descubrí otros entrenamientos que tampoco serían de mi agrado, a excepción de la hipnosis, que era electiva. Así que decidí renunciar a la universidad.
No tenía adónde ir, ya que los exámenes de admisión de todas las otras universidades y academias ya habían finalizado, excepto por el Seminario Bautista de Teología donde fui aceptado, y allí empecé a soñar con convertirme en un psicólogo cristiano o un pastor, al menos.
El primer año fue fantástico, el segundo año muy aburrido, porque la música contenida en mí lentamente comenzó a despertar. Entonces alguien me sugirió mostrarle mis canciones corales sacras a un profesor de la Academia Letona de Música. Y así lo hice.
Finalmente, a los 19 años me convertí en estudiante de composición en la Academia Letona de Música, donde, de hecho, apenas pude entrar porque no tenía el diploma del Music High-school, y las sencillas canciones sacras y nada de música instrumental eran la única pequeña prueba que tenía de mis aspiraciones de ser compositor. Pero mis profesores notaron mi pasión por la música, que ya había alcanzado un alto nivel, y creyeron en mí. Vieron algo más de lo que yo mismo fui capaz de ver en mí. Y solo al caminar por los corredores de la Academia descubrí que había encontrado mi vocación. Ese es mi camino al reino de la composición musical.
AA: ¿Qué músicos han tenido mayor influencia en tu interpretación de la música? ¿Qué rutas de investigación estilística has seguido?
EE: Estudié en la Academia Letona de Música por siete años y aprendí muchas técnicas y estilos de escritura. Esa fue una educación extremadamente poderosa, amplia y profunda. También participé en muchas clases magistrales de composición en el exterior impartidas por grandes compositores, tales como Michael Finnissy, Jonathan Harvey, Phillippe Manoury, Klaus Huber, Ole Lützow-Holm, Guy Reibel, y Marek Kopelent. Estas figuras seguían fuertes enfoques de la música contemporánea, pero lo que causó mayor impresión en mí fueron las emociones. Su música, aunque escrita de una forma bastante compleja, estaba repleta de sentimientos y pasiones humanas. Eso me inspiró profundamente.
AA: La música coral vive y prospera principalmente porque combina el sonido del mundo: en primer lugar hay una inteligibilidad; el sonido que es percibido por el oído debe ser cuidado, y si una palabra debe ser cantada, es indispensable que uno pueda oírla sin fatigarse. ¿Cuáles son las estrategias que hacen posible tal perfección?
EE: Hay momentos en obras corales, tales como Sun Dogs o The First Tears, cuando la descripción musical de un paisaje desconocido, o un espacio sin horizonte, o un dolor dramático, se sale de las fronteras lingüísticas, y sólo la música pura porta la antorcha hasta el clímax final, la cumbre, o Mariana Trench. Tal perspectiva es muy exigente, y expresarla de manera pura sin líneas de poesía, para mí, es la mayor proeza. Pero antes de ello, por supuesto, tenemos la letra para comenzar la historia sobre la que se tratará la canción. He aprendido a primero encontrar la idea o historia de la pieza; luego voy a la biblioteca para encontrar textos que calcen perfectamente; y sólo entonces tengo mi lápiz y la hoja junto a mi piano para componer la pieza. Soy muy exigente con la poesía. Pierdo el interés en los poemas que tienen palabras muy técnicas, tales como tranvía, electricidad, transmisión; además los términos sobre el vocabulario no significan nada en mi mundo musical. Para mí, la música es la que guía la carga. Pero no puedo valérmelas sin las letras.
AA: La voz humana es probablemente el más hermoso de los sonidos musicales. Si tuvieras que señalar los requerimientos técnicos (además de la posesión de un talento natural) para participar en el arte de la composición coral, ¿cuáles elegirías? ¿Qué consejo le darías a un joven artista inmovilizado por el miedo al fracaso?
EE: ¡Canta tú mismo cada línea o voz que hayas escrito! Sumérgete profundamente en la belleza de la escritura polifónica. Estudia las técnicas y escucha muchas grabaciones, realmente muchas.
AA: Tus composiciones han sido ejecutadas por coros de muy alto nivel. ¿Cómo es tu relación con los intérpretes de la música que compones?
EE: Mi tarea es compartir con ellos mi corazón al desnudo, que ha experimentado la pieza en su totalidad. No hay tiempo para mentir. A veces hay ejecutantes que deciden hacer las cosas a su manera (y no entiendo para qué fui invitado, ¿quizá sólo para la fotografía?). Mientras hay otros realmente preciados que escuchan al compositor y tratan de cavar más a fondo, trabajar más duro y expandir su zona de confort. Y esa es una verdadera colaboración, varios de ellos vienen a mi mente ahora: Andris Nelsons y las Orquestas Sinfónicas y los Coros de Boston y Birmingham trabajando en mi Lakes Awake at Dawn; Whispers on the Prairie Wind ejecutada por la Sinfónica de Utah y los Artistas Vocales de Salt Lake con el coro ACDA dirigido por Thierry Fischer y Barlow Bradford; Stephen Layton con la Polifónica y el Coro Trinity College grabando dos CDs con mi música; Richard Nance y el Coro de la Universidad Pacífica Luterana trabajando en mi Northern Lights, grandiosas sesiones de grabación con Latvian Radio Choir, el Coro del Estado Latvija y con el Coro de Jóvenes Kamēr…; Ethan Sperry y sus excepcionales coros; también el Coro Orpheus de Toronto y Robert Cooper; y por supuesto, el Coro Leoni guiado por el apasionado joven director Erick Lichte. No puedo dejar de mencionar a Donald Nally y el Crossing Choir, así como también el Coro de Mujeres Cantamus de la Universidad del Estado de Iowa y Kathleen Rodde, y el Coro Nacional de Niños de los Países Bajos y Wilma Ten Wolde. Estas inigualables colaboraciones han devenido en los mejores resultados artísticos. Y no es ningún secreto que he participado en muchos concursos evaluando tanto coros como composiciones, y mis oídos siempre han anhelado el mejor sonido.
AA: Es interesante la relación entre la arquitectura y la música: el sonido producido depende no sólo de las fuentes de sonido, sino también de la manera en que las ondas de sonido reverberan. ¿Qué “coreografía” se adapta mejor para hacer resaltar las diferentes composiciones?
EE: Siempre he deseado tener los mejores lugares con las mejores acústicas. Aunque no soy el productor; ¡y gracias a Dios por ello! Desperdiciar mi tiempo de creatividad en esos detalles prácticos no es mi labor. Pero lo que sí me gusta, particularmente en obras a gran escala, es dibujar diferentes arcos de los parámetros iguales de una pieza, tanto como sea posible, mezclando la pieza en una forma unida.
AA: El ritmo puede ser incontenible y dominar la melodía, o por el contrario, puede ser el cimiento de una pieza, apenas perceptible. ¿Qué mensaje podría ocultar una composición?
EE: Dramaturgia paralela, una melodía o motivo oculto, patrones rítmicos, escalas dinámicas, son solo algunas de las muchas herramientas poderosas de la composición. Se puede describir al compositor como un pintor, un director de cine o un actor ejecutando una improvisación impredecible. Esta es la parte más interesante de la composición: qué herramientas elegir para hacer que la idea de composición o la historia cobre vida. Si soy como un hippie soñador o un filósofo a la hora de pensar en una idea, entonces soy como una soldadura durante el proceso técnico de la composición. Y no hay ninguna excusa si el filósofo y la soldadura no encajan juntos.
AA: ¿Cuáles son tus planes para el futuro?
EE: No tengo planes, pero sí sueños: ¡Filmar la música! Y otro sueño particular es que quiero componer la música para una película de Sara Teasdale, la gran poetisa norteamericana, cuyos escritos y modo de vida han influenciado la mía. Realmente, ese es mi sueño. “Espero” no es la palabra correcta para describir ese hondo sentimiento hacia su quasi transparente poesía que es al mismo tiempo sutil y feroz, oscura y profunda, luminosa y fría, llena de pasión y amor. Ella fue valiente al darle nombre a esos sentimientos que a veces la gente encuentra atados a sí mismos anónimamente. Ella no era la perfección y yo tampoco lo soy, pero su poesía tenía una dimensión no perecedera. La arena fluye, el agua y las nubes fluyen, y entonces ella está de pie en el puente de St. Louis captando otro destello de eternidad.
AA: ¿Podrías ofrecer un mensaje de aliento a todos los amantes de la música coral? ¿Por qué deberían seguir cantando y dirigiendo?
EE: Como bien lo dijiste, la voz humana es probablemente el más hermoso entre los sonidos musicales. Hay muchísimas obras corales excelentes, escritas en diferentes estilos, de diferentes tiempos y con diferentes historias. ¡Acércate a estas bibliotecas corales y explóralas! Es una experiencia maravillosa cantar estos libros encontrándote a ti mismo en los más lejanos horizontes, en los inviernos más fríos, en los amores más profundos y en muchas otras historias verdaderas.
AA: Si no fueses compositor, ¿qué te habría gustado hacer con tu vida?
EE: Probablemente sería doctor, un buen doctor para ayudar a la gente.
Ēriks Ešenvalds es uno de los más prominentes compositores activos, con una apretada agenda y presentaciones de su música escuchada en cada continente. Nació en Riga en 1977, estudió en el Seminario Bautista de Teología (1995 – 19997) antes de obtener su diploma de Maestría en Composición (2004) de la Academia Letona de Música, bajo la tutela de Selga Mence. Entre 2002 y 2011 fue miembro del Coro del Estado Latvija. En 2011 le fue conferida la posición de Fellow Commoner por dos años en Artes Creativas en Trinity College, en la Universidad de Cambridge. Ešenvalds está casado y tiene cuatro hijos. Ha ganado multiples premios por su trabajo, incluyendo el Latvian Great Music Prize (2005 y 2007). El International Rostrum of Composers le otorgó el primer lugar en 2006 por The Legend of the Walled-in Woman; se convirtió en un laureado del Copyright Award en 2006 y fue “El Compositor Revelación del año” del Philadelphia Inquirer in 2010, ese mismo año fue nominado al British Composer Award. En 2011 el CD O Salutaris del Coro de Jóvenes Kamēr, que constaba de música coral exclusiva de Ēriks Ešenvalds, ganó el Latvian Music Records Award como mejor álbum de música académica del año. En 2014, el CD At the Foot of the Sky del Coro del Estado Latvija ganó el Latvian Music Records Award presentando música coral exclusiva de Ēriks Ešenvalds. Las composiciones de Ēriks Ešenvalds han sido estrenadas por ensambles de la talla de Britten Sinfonia, el Coro de Trinity College Cambridge, Holst Singers and Imogen Heap, Polyphony, el Coro de Merton College Oxford, el Latvian Radio Choir, El Coro del Estado Latvija, el Coro de Jóvenes Kamēr, Sinfonietta Rīga, el Bavarian Radio Choir, la orquesta Sinfónica Nacional Letona, la Orquesta Sinfónica Liepaja, el Coro Nacional de Niños de los Países Bajos, el Swedish Art Vocal Ensemble, Salt Lake Vocal Artists, Temple University Philadelphia, The Crossing, Portland State University Chamber Choir, el Choir of the West at Pacific Lutheran University en Tacoma, The University of Louisville Cardinal Singers y The University of Mississippi Concert Singers. En 2007 la Latvian National Opera hizo la puesta en escena de su primera ópera Joseph is a Fruitful Bough. Su música ha sido ejecutada en numerosos festivales internacionales incluyendo Klangspuren en Austria, el Schleswig-Holstein en Alemania, Tenso Days en Francia, Haarlem Choir Biennale en los Países Bajos, Voices Now en el Reino Unido, conferencias nacionales y regionales de ACDA y el Spoleto Festival en EEUU. En las Olimpiadas Corales de 2014, llevadas a cabo en Riga, compuso el himno de las Olimpiadas, dio una gran presentación de su trabajo, cumplió con el papel de jurado en las competencias, y tuvo una producción a gran escala estrenada por Latvian Voices and The King’s Singers. Los estrenos de Ēriks Ešenvalds de esta temporada incluyen: Lakes Awake at Dawn por parte de Boston and City of Birmingham Symphony Orchestras, Whispers on the Prairie Wind a cargo de Utah Symphony and Salt Lake Vocal Artists con el coro de ACDA en la 2015 National Convention in Salt Lake City, Passion according to St Luke ejecutada por Latvian Radio Choir and Sinfonietta Riga, una nueva ópera en Latvian National Opera, y piezas para el Coro Leoni Vancouver, University of Miami Glee Club, ChorWerk Ruhr entre otros. Abril de 2015 es testigo del estreno en Riga de una nueva sinfonía multimedia basada en Northern Lights, con estrenos en EE.UU., Australia, Alemania y próximamente en el Reino Unido. Sus composiciones aparecen en grabaciones de Trinity College Choir, Cambridge en Hyperion label y de VOCES8 en Decca Classics. Edition Peters Artist Management maneja las comisiones y horario de talleres de Ēriks Ešenvalds. Ēriks Ešenvalds es publicado por Musica Baltica (www.musicabaltica.com).
Traducido del inglés al español por Vania Romero, Venezuela
Revisado por Carmen Torrijos, España
From music composing and now film maker, eriks is a good man with so many achievements