Nevin Şahin, voluntario de la Choral Culture Association, Turquía
Gracias a su privilegiada ubicación geográfica, donde pueden experimentarse las cuatro estaciones del año, Estambul goza de una de las primaveras más coloridas del mundo. Aunque las fuertes lluvias vespertinas pueden teñir la ciudad de gris, suelen ir acompañadas de bonitos arco iris que bañan el Bósforo, creando un colorido puente en el estrecho de Estambul que une Oriente y Occidente. Cuando el arco iris se desvanece, vemos el sol esconderse en el horizonte, pintando los cielos de bonitas tonalidades rosa y púrpura.
Tras el equinoccio que tiene lugar en marzo, el skyline de Estambul disfruta de días más largos durante el mes de abril, lo que permite sumergirse durante más tiempo en los exquisitos colores del atardecer. En fase de luna creciente, en el cielo nocturno las luces de las estrellas se funden con las de la ciudad, cubriendo con un reluciente manto de reflejos el mar de Mármara.
Pero lo que vemos por encima de la línea del horizonte no es lo único que hace que Estambul tenga una de las primaveras más bonitas del mundo. La ciudad es famosa por sus algarrobos del amor, o árboles de Judas, que florecen en primavera. Parecido a lo que ocurre durante la floración del Sakura en Japón, apreciada por millones, o incluso miles de millones, de viajeros, cada primavera, los árboles de Judas despliegan en el mes de abril una franja “púrpura imperial” por todo el Bósforo. Un color muy importante, pues se ha dicho que ese tipo de árbol fue inspiración de las vestimentas reales bizantinas. Una vez que el Imperio Bizantino desapareció de la escena histórica, se asoció al Imperio Otomano con otra magnífica flor: el tulipán. Los tulipanes, que se dice se extendieron por el occidente de Europa entrando por Estambul en el siglo XVI, aún resplandecen cada primavera en los parques de la ciudad, mostrando toda la paleta de colores: desde el blanco más puro hasta el negro azabache. El fervor de los árboles y la viveza de las flores ha influido en el fructífero desarrollo de las creaciones poéticas y musicales, siendo un ejemplo idílico la obra “Nihâvend”, en makam, del compositor del siglo XX Arif Sami Toker, sobre los versos de Nedîm -poeta de la Era de los Tulipanes-, que dicen: “Erişti nev-bahar eyyâmı, açıldı gül-i gülşen” (Y llegaron los días de primavera, florecieron las rosas en las rosaleda).
Resulta imposible imaginarse una colorida Estambul cubierta de flores primaverales sin gatos ronroneando y acurrucándose en ellas. El símbolo de la hospitalidad y el amor hacia los animales, además del ícono de la cultura urbana contemporánea en Estambul: gatos de cualquier color y tamaño que pueden aparecer en cualquier lugar de la ciudad, llegando a hacer apariciones estelares en importantes encuentros internacionales y conciertos de grupos musicales reconocidos a nivel mundial. La experiencia felina en la ciudad hace que sea más fácil de entender cómo esas suaves patitas han inspirado a compositores, desde Scarlatti hasta Stravinsky, y lo difícil que es actuar en un escenario vestido con una ropa negra que fácilmente queda recubierta de coloridos pelos de gato. De hecho, puede que sean una de las razones por las que los coros han ido poco a poco cambiando sus uniformes negros por una puesta en escena más policromática y vívida.
Las kaleidoscópicas vistas de Estambul en primavera hacen que dicha estación sea el momento perfecto para el WSCM2023. La misión de inclusión del evento hace referencia a todos los colores y matices de las tradiciones de todo el mundo y la ciudad de Estambul está deseosa de acoger en ese colorido momento del año a coros de todo tipo de tradiciones y líderes corales de diferentes contextos. Habiendo sido el núcleo cultural de diferentes estados e imperios a lo largo de la historia, Estambul ha sido testigo de la coexistencia de diferentes culturas musicales.
Mezquitas situadas al lado de iglesias ortodoxas han mezclado y unido diferentes musicalidades religiosas; el canto monofónico y microtonal de la música tradicional compartieron escenario con la polifonía occidental; compositores inspirados por los microtonos del Mediterráneo oriental y las tonalidades de Europa occidental han dado forma a frases musicales inolvidables; los habitantes de la ciudad se enorgullecieron del festival de instrumentos de viento de madera dedicado al clarinete, separado apenas unos años del festival de kanun en honor al patrimonio musical de Oriente Medio.
Por último, aunque no por ello menos importante, la ciudad se convirtió en un núcleo de apreciación de la música coral, donde coros de diferentes estilos musicales y contextos culturales actúan en armonía: desde la música folklórica turca hasta la música sharagan de Armenia, pasando por el jazz o la música antigua; desde coros masculinos bizantinos hasta coros de mujeres, de todos los niveles profesionales y de todas las franjas de edad: la música coral de Estambul es tan colorida como su primavera.
El WSCM lleva la integración y la inclusión por bandera, por lo que Estambul ofrece el mejor lugar para la conversación, la apreciación cultural y la colaboración, donde tanto coros como entusiastas de la música coral de todo el mundo podrán reunirse y no solo disfrutar de la escena musical sino también ampliar sus horizontes y compartir sus colores con los demás. Se acerca el momento de reconocer la belleza del canto coral, justo en el momento en el que se celebra la explosión de colores primaverales de Estambul.
Nevin Şahin es intérprete, compositora y galardonada investigadora de música makam, y actualmente es profesora asistente de teorías musicales en el Hacettepe University Ankara State Conservatory. Además de su actividad académica, Nevin participa activamente en la escena coral turca como cantante, tanto en coros de arte monográfico como en coros polifónicos.
Traducido del inglés por María Zugazabeitia, España
Revisado por Juan Casasbellas, Argentina