Revistado por Martin Berger
Entre las muchas publicaciones de investigación útiles en el campo de la educación musical durante los últimos dos años, el libro de Juliet Hess “Educación musical para el cambio social” se destaca sin duda, proporcionando material de reflexión y discusión adicional. Aquí se hace referencia a mi reseña de libro en PMER, que, sin embargo, está escrita a través de la lente de la filosofía de la educación musical. Dado que el libro y su tema también son relevantes para la música coral y su pedagogía, lo revisaré aquí desde un ángulo diferente.
El libro de Hess está escrito con gran entusiasmo y pasión. La autora describe nuestro tiempo como una época de tensión social, exclusión y odio, un tiempo marcado por “sexismo, racismo, islamofobia, antisemitismo, heterosexismo, cisgenerismo, clasismo, capacitismo, sentimientos antiinmigrantes y otras opresiones”. Levantarse contra estas injusticias, contra las ideologías represivas y la violencia es, para ella, fundamental y urgente, y la educación musical es una poderosa herramienta en este sentido. Hess llama a los educadores musicales a encontrar formas de resistir y desarrollar una pedagogía decididamente anti-opresiva y, en otras palabras, convertirse en activistas por el cambio social. Según Hess, la música y el activismo ya están “inextricablemente conectados” , ya que ambos se involucran de forma innata en la exploración de perspectivas históricas, políticas, sociales y culturales. Inspirada por la relevancia de la música activista para una sociedad, la autora realiza entrevistas con veinte “músicos activistas” de Estados Unidos y Canadá. Partiendo de sus hallazgos, Hess esboza un posible plan de estudios K-12 que prioriza “la integración de la reflexión reflexiva y la acción” , ayudando así a los alumnos a ser “conscientes [de] y reflexionar sobre las condiciones que dan forma a sus vidas”. Basándose principalmente en la teoría freiriana y crítica como marco teórico, Hess aboga por una “pedagogía trifacética para el activismo futuro” , que te conecta, es comunicativa y crítica. Según ella, “honrar las experiencias vividas y compartirlas a través de la música” y “una pedagogía de la observación que emerge del trabajo de los músicos activistas sobre el pensamiento crítico” establecerá “las condiciones para el futuro activismo entre los jóvenes”, ofreciendo una “posible promulgación práctica de la pedagogía crítica para la educación musical” en el futuro.
Aunque considero que este libro es una lectura muy valiosa, tengo preguntas. Hess no proporciona a sus lectores un marco teórico claro, lo cual es problemático. Su definición de “cambio social” sigue siendo vaga, su llamado al cambio y la justicia es, por lo tanto, un llamado general y no tan centrado en los detalles. El cambio social tiene diferentes connotaciones en todo el mundo. Si bien la búsqueda de la justicia social y la transformación es vital en la educación musical angloamericana, es poco común esmerarse por ella en otras culturas. Muchas culturas asiáticas, por ejemplo, tienen una comprensión diferente de la sociabilidad, y el concepto de individuo autónomo, tal como lo conocemos desde un punto de vista occidental, es desconocido en muchas culturas africanas. El hecho de que todos los músicos entrevistados sean de Estados Unidos y Canadá conduce a una percepción desequilibrada y pierde la oportunidad de pensar desde una perspectiva global. Tampoco queda claro qué distingue a una educación musical activista de una “educación musical”. Crear un -ismo no deja de ser problemático ya que conlleva ambigüedad. “El activismo es (mal)entendido regularmente como un rigor ideológico que no permite opiniones discrepantes, así como una campaña vigorosa dirigida a una acción directa y perceptible para lograr un resultado deseado”.
Leer el libro a través de la lente de la educación musical coral, sin embargo, toca un punto sensible. ¿Seguimos entendiendo la música coral como “un hecho social” o cada vez más “existe por sí misma” ? ¿Son nuestros ensayos y conciertos un medio para “apoyar la transformación social” o un “retiro sin sentido a un mundo de hermosos sonidos” ? Ha sido un sueño durante generaciones y “está en el centro de la mayoría de las investigaciones sobre educación musical y cambio social [que] la educación musical […] no sólo tiene un impacto en las personas y sus vidas, sino que también ayuda a transformar las sociedades” . Los años anteriores a la pandemia del coronavirus han dado lugar a una gran popularidad de los concursos corales. Aunque esto ha producido logros musicales impresionantes y admirables, la búsqueda de la perfección en la interpretación parece haber dejado en un segundo plano la cuestión de si todavía luchamos por una relevancia extramusical en lo que estamos haciendo. El repertorio se selecciona cada vez más para impresionar a la audiencia (o al jurado) con una sonoridad refinada y un virtuosismo impresionante; sin embargo, la atención se centra menos en la cuestión de si las letras son sofisticadas, valiosas y estimulantes. ¿La música coral, nuestros repertorios y nuestra forma de hacer música tienen una función además de ser bellas estéticamente y buscar la perfección? ¿Tenemos una responsabilidad, una función social o incluso política? En otras palabras: ¿todavía hay una relevancia social de lo que estamos haciendo? La música coral siempre ha sido vista como una contribución a la sociedad en una variedad de formas: formando individuos, educando a los jóvenes para que sean pensadores críticos y ciudadanos comprometidos, así como una herramienta para construir una identidad cultural y una sociedad más justa. Esta pregunta no es nueva, pero la lectura de Hess sugiere que la discusión es mucho más vital en Sociología o Filosofía de la Educación Musical que en la educación musical coral.
La pasión con la que Hess aboga por superar las injusticias sociales a través de la educación musical (si es que esto es posible) es impresionante, inspiradora y estimulante. El libro cree en el poder de la música, la fuerza de la educación y el concepto de inspiración. Eso solo hace que valga la pena leerlo.
Martin Berger, PhD, Estudió música sacra, educación musical, musicología, literatura alemana y dirección coral. Durante su tiempo como Director de Música en la Catedral de Würzburg, convirtió la música de la Catedral en una de las principales instituciones de su tipo en Alemania. Como profesor de pedagogía coral en la Robert Schumann Hochschule de Düsseldorf, enseñó y desarrolló métodos modernos de enseñanza de la música coral. En 2013 aceptó un nombramiento de la Universidad de Stellenbosch en Sudáfrica, donde fundó el Coro de Cámara de la Universidad de Stellenbosch. Además de la formación práctica de jóvenes directores, profesores y cantantes, la Universidad se esfuerza por ser pionera en un proceso de creación e investigación musical combinando la excelencia musical, la creatividad, el resultado de la investigación y la conciencia social. Como profesor de dirección coral en la Robert-Schumann-Hochschule de Düsseldorf, contribuye en la formación de directores profesionales en Alemania. Martin es un director de orquesta muy solicitado internacionalmente, ponente principal en clases magistrales, conferenciante invitado, jurado y académico. Las giras de conciertos lo han llevado a casi todos los países europeos, Australia, China, Singapur, Sudáfrica y Estados Unidos. Correo electrónico: mail@martinberger.eu
Traducido del inglés por Vania Romero, Venezuela