Por Aurelio Porfiri, director coral y docente
El canto gregoriano ha conocido un destino muy extraño en décadas recientes: por una parte, la forma en que se implementó la reforma litúrgica luego del Concilio Vaticano II (1962-1965) convirtió de facto al único repertorio que la Iglesia Católica reconocía como propio, en un forastero en su propio país. No tocaré este tema que ha alcanzado un punto acalorado dentro de los círculos de la música litúrgica y es fuente de interminables debates. Pero por otro lado, este repertorio ha experimentado un gran renacimiento gracias a los CDs, a los arreglos pop (como el grupo Enigma y similares) y particularmente a los estudios académicos que arrojaron nueva luz acerca del mismo. También vale la pena resaltar que la Edad Media se ha vuelto cool en tiempos recientes, gracias a películas y novelas que retratan personajes y épocas que se inspiran claramente en los “siglos del Cristianismo”, por ejemplo, la trilogía del “Señor de los Anillos” de Tolkien (libros y especialmente películas) o la serie televisiva “Game of Thrones”; y el canto gregoriano, como todos sabemos, es la banda sonora de la Edad Media, por lo tanto, está disfrutando igualmente del resurgimiento medieval. De modo que es pertinente mencionar un avance muy interesante en los estudios sobre canto gregoriano: la semiología gregoriana, sabiendo que el canto gregoriano, nos guste o no, se encuentra al comienzo de la tradición musical occidental y por lo tanto, merece ser indagado con mayor profundidad[1].
Si existe algún lugar fuertemente relacionado con el canto gregoriano desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, sería sin duda la Abadía de Solesmes en Francia. ¿Por qué? Porque, gracias al enorme impulso dado por el restaurador de la vida monástica y campeón de la liturgia romana en Francia, Prosper Guéranger (1805-1875), a mediados del siglo XIX, se desarrollaron estudios serios sobre este repertorio, estudios que intentaron lograr un objetivo fundamental: restaurar las melodías en su forma original y belleza (hasta donde era posible con los manuscritos disponibles), recuperándolas luego de varios siglos de decadencia que las volvieron casi irreconocibles. Esta decadencia viene claramente representada por una edición del siglo XVII de melodías de canto, el “Mediceo”[2].
La abadía de Solesmes fue el centro del movimiento de canto gregoriano, de donde surgieron eruditos entre sus monjes, que liderarían este movimiento hasta la actualidad. Dichos estudios abrieron nuevas vías para la comprensión del canto y probablemente el avance más importante en los estudios sobre canto en las últimas décadas se divide en dos campos específicos: por un lado, una mejor compresión de los modos gracias a otro monje de Solesmes, dom Jean Claire (1920-2006); por otro lado, el desarrollo de una semiología gregoriana (definiendo la semiología como el estudio de los signos).
¿Qué es la semiología gregoriana? Es una nueva comprensión del significado, diversidad y valores de los neumas plasmados en los manuscritos medievales, neumas (signos usados para representar líneas melódicas, siendo un neuma todas las notas de una determinada sílaba) que ya eran obviamente conocidos por los grandes gregorianistas de Solesmes como dom Joseph Pothier (1835-1923) y especialmente dom André Mocquereau (1849-1930), pero que fueron reconsiderados y se les insufló una nueva vida gracias a los estudios de otro monje de la abadía de Solesmes, dom Eugène Cardine (1905-1988). De hecho, los estudios revolucionarios de Pothier y Mocquereau conducirían a lo que es considerada como la primera fase de la restauración del canto gregoriano, siendo principalmente Cardine y Claire los representantes de la segunda fase que comienza en la década de los 50 (Turco 1991, pág.38). Como se mencionó anteriormente, Cardine entendería que los neumas, los signos, pueden decirnos más sobre la interpretación y el ritmo que lo que se entendía anteriormente; algo estaba faltando:
“(…) Cardine concentraba su atención en la extrema diversidad de los signos encontrados en los manuscritos más antiguos. Gradualmente se convenció de que esta diversidad tiene el propósito de expresar las particularidades y los delicados matices de expresión dentro de la interacción entre las duraciones e intensidades.” (Combe 2003, pág.XV).
El libro que difundiría esta nueva noción de la semiología es básicamente una recopilación de sus lecciones en el Instituto Pontificio de Música Sacra de Roma, lecciones que se recopilaron en un libro titulado “Semiología gregoriana”. Este libro está traducido actualmente a varios idiomas. El concepto de Cardine detrás de la nueva comprensión del canto es simple: a pesar del hecho de que sus grandes predecesores (particularmente Pothier y Mocquereau) estaban familiarizados con los neumas, carecían de un entendimiento más profundo acerca de los neumas en sí. No solamente eran importantes para la reconstrucción de las melodías sino también porque proveen indicaciones fundamentales sobre ritmo y expresión. Todos sabemos que la teoría rítmica más popular es la que desarrolló Andre Mocquereau en su obra en dos volúmenes “El número musical gregoriano”. En este libro intentó una explicación del ritmo del canto gregoriano que se volvería muy popular en el siglo XX. Esta teoría sugería la subdivisión rítmica de los neumas gregorianos en grupos de dos o tres notas dominados por un acento denominado ictus. Esta teoría representaría un avance en su época pero tendría también sus limitaciones. De hecho, incluso el coro de Solesmes aparentemente nunca seguía las teorías rítmicas de Mocquereau y es hoy considerado obsoleto. Como se mencionó anteriormente, el que traería de vuelta a la vida el alma interior del neuma sería Cardine con su semiología.
Este concepto se rige por dos criterios:
“El primero se refiere al orden material o gráfico y toma en cuenta el diseño o configuración de los signos. El segundo pertenece al orden estético y toma en cuenta el contexto musical en el que cada signo es usado. Se trata de investigar la convergencia de estos dos criterios y comparar las instancias identificadas en cada una de las diferentes notaciones .” (Combe 2003, XVI).
¿Por qué se le denomina semiología? Al principio, Cardine prefirió llamar esta nueva ciencia “diplomática gregoriana” pero el nombre no sonaba bien de modo que le fue sugerido llamarla “semiología gregoriana”, nombre que sería utilizado a partir de entonces.
El libro práctico para la interpretación del canto gregoriano, que sigue los principios semiológicos redescubiertos por Cardine, es Graduale Triplex, que junto con la notación cuadrada de la edición vaticana representan también los neumas provenientes de dos antiguas y confiables familias neumáticas, Laon y San Gall. Actualmente, tenemos también el Graduale Novum, una muy reciente adición a los libros de canto con más mejoras en la restitución de las versiones más auténticas de las melodías.
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Muchos académicos después de Cardine (algunos de ellos fueron sus alumnos en el Instituto Pontificio de Música Sacra en Roma) continuaron la investigación sobre semiología. No podemos olvidar aquí a Nino Albarosa, Alberto Turco, Luigi Agustoni, Johannes Berchmans Göschl, Giacomo Baroffio, Columba Kelly, Robert M. Fowells y muchos otros.
¿Es posible interpretar el canto gregoriano sin emplear la teoría de Cardine? Por supuesto que es posible y de hecho varios coros prefieren no emplear su semiología. Sin embargo, todavía pienso que muy valioso utilizarla porque los signos, cuando son vistos bajo la lupa semiológica, proporcionan más información para una buena interpretación, ayudan a los intérpretes a profundizar el entendimiento sobre cómo la melodía “adorna” el texto. De hecho, ésta es la gran intuición de Cardine, ¿por qué los transcriptores antiguos tuvieron que invertir su tiempo en hacer que el mismo neuma tomara diferentes formas? Porque él quiere decirnos más sobre la interpretación y los matices, quiere comunicarnos un “gesto escrito”. Es una manera de escudriñar en el alma del canto. Podemos decir que la semiología es una herramienta exegética que proporciona más detalles sobre la pieza que el coro va a interpretar. La esperanza está en que, siguiendo el mismo camino de Cardine, más y más descubrimientos iluminarán el camino para aquéllos que continúan considerando el canto no como una reliquia del pasado sino como una tradición viviente.
[1] Quisiera agradecer al profesor Nino Albarosa, un reconocido académico del canto, que aceptó gentilmente leer este artículo y proveyó algunas sugerencias para mejorarlo. Por supuesto, las imperfecciones posteriores están únicamente bajo mi responsabilidad.
[2] Las razones de esta decadencia son varias y tienen que ver principalmente con el cambio de los gustos musicales con el paso de los siglos, que traen una alteración consistente en los elementos melódicos y rítmicos concernientes al canto.
REFERENCIAS
- Agustoni L., Göschl J.B. (2006). Introducción a la interpretación del canto gregoriano (Columba Kelly, Trans.). Lewiston , NY (EEUU): Edwin Mellen Press (Obra original publicada en 1987).
- Albarosa N. (1974). La scuola gregoriana di Eugène Cardine. Rivista Italiana di Musicologia IX, 269-297.
- Albarosa, N., Porfiri A. (2008). Ad Te Levavi Animam Meam. Hacia el descubrimiento del canto gregoriano (Lazina Gheyselinck, Trans.). Pohlheim (Alemania): Edition Music Contact.
- Cardine, E. (1982). Semiología gregoriana (Robert M. Fowells, trans.). Brewster, MA (USA): Paraclete Press (Obra original publicada en 1968)
- Combe, P. (2003). La restauración del canto gregoriano. Solesmes y la edición vaticana (Theodore Marier & William Skinner, Trans.). Washington (EEUU): The Catholic University of America Press (Obra original publicada en 1969).
- Mocquereau, André (1908). Le Nombre Musical Grégorien ou Rythmmique Grégorienne. Tournai (Francia): Desclée & Cie.
- Porfiri, A. (2003). Canto Gregoriano e Polifonia. Liturgia, n.176.
- Turco, Alberto (1991). Il Canto Gregoriano. Corso Fondamentale. Roma (Italia): Torre d’Orfeo.
Aurelio Porfiri es director coral y compositor residente de la Escuela de Santa Rosa de Lima (Macao, China), director musical de la Escuela de niñas “Nuestra Señora de Fátima” (Macao, China), conductor invitado del Departamento de Educación Musical del Conservatorio de Música de Shanghai (China), director artístico de Porfiri & Horvath Publishers (Alemania). Sus composiciones se publican Italia, Alemania y Estados Unidos. Ha contribuido con varias publicaciones a través de más de 200 artículos sobre temas relacionados con la música coral y litúrgica. Es autor de 5 libros. Email: aurelioporfiri@hotmail.com
Traducción de Diana Ho, Venezuela
Revisión de Juan Casasbellas, Buenos Aires, Argentina
Edited by Anita Shaperd, USA