Buena Música en un Pequeño País
Andrea Angelini,
jefe editorial del BCI
Para muchos lectores, Estonia sigue siendo un país desconocido. Hasta hace un par de décadas atrás era, en efecto, una región del oeste de Rusia, famosa en cierto grado tal vez porque sus habitantes, que hablan una lengua que pertenece al grupo de lenguas finohúngaras, siempre han sido considerados básicamente húngaros o finlandeses. Conozco bien este pequeño país, por haber cultivado tantos buenos amigos allí, y puedo decir con mi mano en el corazón que los estonios pueden defender un récord envidiable. ¿Qué puede ser exactamente? Me estoy refiriendo al hecho de que, internacionalmente hablando, cuentan con el mayor número de coros de primer nivel, proporcionalmente, en relación a la población.
Del 20 al 23 mayo participé como miembro del jurado en el Festival Coral Internacional de Pärnu. El evento se celebró en un pueblo tranquilo, que tiene una extensa playa de arena blanca que lo ayuda a parecerse a una localidad del Mediterráneo. El concurso ofrece una sola categoría: música coral de tradición popular. En estas latitudes, la música popular que se lleva a cabo es casi tan estimada como la música de la edad de oro del Renacimiento flamenco e italiano. Hay un gran número de compositores estonios, pero me gustaría mencionar tan sólo un nombre (y ruego a los demás que me perdonen): Veljo Tormis. Muchas figuras han dedicado su vida a la investigación y a la posterior armonización y arreglo de numerosas melodías tradicionales. El resultado es asombroso, porque estas obras conservan el encanto de melodías verdaderamente frescas y originales, y al mismo tiempo, contienen en su ADN una delicadeza armónica que las hace dignas de las mejores composiciones clásicas. Si estos dos ingredientes -coros excepcionales y la pura belleza de la música- se conjugan, el resultado siempre será sorprendente.
Los coros y conjuntos que compiten por el Gran Premio provenían de Estonia, Letonia, Finlandia y Noruega. Es difícil enumerar a todos ellos y casi imposible elegir sólo a dos o tres como los mejores. Sin embargo, tal vez, el Tallinna Muusikakeskooli Noortekoor (Coro Juvenil de la Escuela Secundaria de Tallin, Estonia) y el AINO-Kuoro de Finlandia fueron los ganadores por apenas una cabeza. Como sea, ¡eso fue una lucha entre campeones! Los coros bálticos y escandinavos constantemente emergen como ganadores en las competiciones de todo el mundo, aunque últimamente tienen que compartir los premios con conjuntos filipinos e indonesios.
La organización del Festival fue excelente, con toda una línea femenina integrando el comité artístico y organizador, unas señoras muy capaces que demostraron una gran eficacia y sensibilidad en todo momento. El teatro de Pärnu tiene un gran salón con buena acústica y un magnífico órgano de tubos colocado justo por encima del escenario. Muchos coreutas (y yo también) disfrutaron durante el tiempo libre de la playa y un mar que fue excepcionalmente cálido para mayo. ¡La única consideración negativa fue la de los miles de mosquitos que cenaron felizmente con nosotros!
Otro aspecto agradable para destacar es que en estos países del Norte, el canto coral es simplemente visto como una de las actividades más habituales para poder participar: los niños están acostumbrados a cantar hasta su temprana juventud, y por lo tanto, los coros están integrados por muchos jóvenes, a quienes uno apenas podría encontrar en otros conjuntos, como por ejemplo, los de países mediterráneos, donde a menudo la actividad coral es considerada como un pasatiempo que debe abordarse en la edad adulta o a una edad avanzada.
Para obtener más información sobre el Festival sólo hay que visitar la página web: www.prkf.ee
Andrea Angelini. E-mail: aangelini@ifcm.net
Traducción: Javier Perotti, Argentina