por Aurelio Porfiri, compositor, director, escritor y educador
Hace unas semanas, inesperadamente, me informaron de la muerte del compositor británico Colin Mawby. Tenía una gran amistad con él, pero durante estos últimos meses no mantuvimos demasiado contacto, por lo que no pude estar al tanto de los más recientes acontecimientos de su vida. Me enteré recientemente de que falleció el 24 de noviembre de 2019, a los 83 años de edad. Sentí una enorme pena, pues no tuve la oportunidad de hablar con él antes de este trágico suceso.
Fueron varias las ocasiones en las que tuve contacto con él. Era colaborador en mi editorial y me envió generosamente su música con el fin de que fuera publicada. Tenía siempre un gran afán por colaborar y en efecto, nos llevamos muy bien juntos. También formó parte del jurado en competencias de canto coral donde yo era director del jurado. Y finalmente, cuando yo estaba trabajando en Macao, tuve la oportunidad de convocarlo como profesor invitado a la Universidad en la que yo trabajaba, pudiendo así pasar varios días juntos allí en Macao, China. En esa ocasión también le realicé una entrevista, unas 4 horas de audio, en la que habló sobre su vida y sus ideas. Espero que pronto pueda publicar dicha entrevista en formato de libro, como memoria a este hombre tan agradable.
Sí, porque él era un hombre agradable, muy británico (con ese aplomo británico tan característico con que identificamos, tal vez erróneamente, esa palabra) pero también muy accesible y amigable. Era un hombre encariñado con la vida y sus alegrías. Le gustaba la buena comida, el buen vino, las mujeres bellas y, en definitiva, todo lo que yo considero una buena señal de alguien que sabe disfrutar de este corto peregrinaje que todos tenemos en el planeta.
Era también profundamente religioso, y llegamos a mantener muchas conversaciones sobre este tema, conversaciones que revelaban nuestros deseos y dificultades más personales. Por supuesto, teníamos una visión diferente de lo que la fe suponía para nosotros. Ambos éramos católicos, pero ser católico en el Reino Unido es ciertamente diferente a serlo en Italia. Él tenía un gran respeto hacia la tradición de la música sacra y, en efecto, era muy cuidadoso a la hora de identificar las fortalezas y debilidades de la música coral británica, como las hay en todas las tradiciones. Esto no significa que él no apreciara los grandes logros de los coros británicos, pero a veces encontraba su sonido un poco “frío”, y apreciaba más el sonido de coros procedentes de países latinos, a menudo no tan perfectos desde un punto de vista técnico, pero ciertamente con un sonido más expresivo. Como ejemplo, podemos ver lo que dijo en mi blog Il Naufrago, el cual yo coordinaba hace años, y en el que el contribuía a menudo, sobre este tema: “Inglaterra ha tenido una gran influencia en la interpretación musical europea, pero necesitamos entender sus problemas. Quedémonos con lo que es bueno y desechemos el resto”. Creo que es una declaración muy valiente por parte de un director británico, porque no podemos olvidar que él no era un director como los demás: estuvo a cargo del coro de la Catedral de Westmister durante varios años y después estuvo a cargo de otros coros de prestigio. Trataba de ser muy honesto con sus ideas y sentimientos sobre la música, incluso si apreciaba enormemente su propia tradición coral. Y no tenía intención de debatir acerca de tradiciones católicas o anglicanas, sólo trataba de dar apreciaciones generales respecto a la calidad del sonido coral. Cuando uno ama algo real y honestamente, se encuentra también en posición de contemplar lo bueno y lo malo, así como para todos los músicos alrededor del mundo, estoy seguro.
Sin embargo, indudablemente él admiraba también algunas cosas de la tradición coral de su país, y además adoraba la tradición de la música coral eclesiástica, una tradición a la que contribuyó mucho con sus propias composiciones, destacando la más conocida, el Ave Verum, que se canta en todo el mundo. De hecho, fue a raíz de esa obra que yo lo contacté por email por primera vez hace ya muchos años. Pero después descubrí otras obras suyas, ya que publicó cientos de obras, entre las que hay auténticas joyas de la música coral. Como ya he dicho, él amaba la música coral y su uso dentro de la tradición católica. Esto es lo que dijo en otro de los post de mi blog: “En Viernes Santo, asistí a ‘Tenebrae’ en el Oratorio Brompton en Londres. Un coro soberbio cantaba los magníficos ‘Responsorios’ de Victoria. La solemnidad y la dignidad de la ocasión eran apasionantes y profundamente conmovedoras. El Canto Gregoriano era precioso y escuchar las Lamentaciones cantadas en la tonalidad antigua fue asombroso. Realmente el profeta Isaías estaba hablándonos de nuevo desde una distancia de alrededor de dos mil años: yo estaba escuchando un canto que Cristo probablemente hubiera escuchado. Aunque las reformas litúrgicas han tenido buenos efectos, también hemos perdido mucho. La sensación de espiritualidad y reverencia se ha tristemente diluido. Necesitamos hacer una evaluación de lo que se ha perdido y restaurar lo mejor de ello a la liturgia. Las almas de los fieles claman por el sentido del misterio: la liturgia debe estar centrada en Dios y no en el hombre”. No debemos olvidar que el papel del cristianismo en el desarrollo de la música coral fue enorme, fundamental. Él fue un muy buen heraldo de esto.
¿Qué clase de compositor era él? Compuso muchísima música coral, sobre todo música sacra, una música que siempre tiene ese bello carácter espiritual. Su estilo compositivo era mayormente armónico, los dos conversábamos sobre ello con frecuencia. No estaba realmente interesado en el estilo compositivo contrapuntístico que es probablemente más utilizado en países como Italia, al menos en el pasado y por algunos compositores. A menudo hablábamos de mi difunto profesor, Domenico Bartolucci, por quien él tenía una profunda admiración. De hecho, hay una entrevista que Colin realizó con él, y creo que aún sigue disponible para ver en YouTube. Pero su estilo, como ya he mencionado, era más armónico, aunque aún muy interesante, lleno de patetismo y enriquecido por el gran conocimiento que tenía del coro. Sabía realmente cómo escribir para coro de forma muy significativa. Creo que su música debería ser más interpretada alrededor del mundo, porque inspira profundamente y merece una mayor apreciación. A su vez hay algunas de sus publicaciones en las que él mismo re-armonizó corales de la tradición cristiana, que son también muy interesantes, y estoy seguro de que los estudiantes aprenderán mucho de estas publicaciones, ya que pueden realmente experimentar su sentido superior para las buenas soluciones y alternativas armónicas.
Como he dicho al principio, era un hombre bueno y alegre. De nuestra conversación, sentí que no tuvo una vida fácil, pero nunca perdió esa alegría de vivir, incluso en la vejez. En el campo de la música sacra y coral sin duda lo echaremos de menos, porque fue un protagonista y dejó una gran herencia de sus propias composiciones que pueden ser interpretadas por coros con diferentes habilidades técnicas. En cuanto a mí, he perdido a un amigo muy querido y a alguien con quien tuve una fuerte conexión espiritual. Es uno de los afortunados encuentros de mi vida, y ciertamente mi corazón nunca lo olvidará.
Aurelio Porfiri Aurelio Porfiri es compositor, director de orquesta, escritor y educador. Ha publicado más de cuarenta libros y miles de artículos. Más de cien de sus obras están impresas en Italia, Alemania, Francia, Estados Unidos y China. Email: aurelioporfiri@hotmail.com
Traducido del inglés por Edurne Ruiz, España
Revisado por Juan Casabellas, Argentina