Isabela Sekeff
El canto coral está presente en muchos grupos étnicos y culturas de todo el mundo, independientemente del período histórico, el estilo o la función a la que esté destinado. Su práctica aparece desde la antigüedad hasta nuestros días, pasando por el canto colectivo para celebraciones religiosas, rituales festivos y laborales, hasta grupos de elaborada actuación artística. A pesar de su manifestación muchas veces espontánea e intuitiva, el canto coral lleva consigo la materialización de uno de los más eficaces instrumentos de memoria, mantenimiento y difusión de las raíces y tradiciones sociales, culturales y artísticas por donde sea que pase.
En la historia de la música occidental es posible identificar claramente cómo el uso de la música coral presenta las principales características y prácticas relacionadas con cada período artístico. En la antigua Grecia teníamos los choros: grupos de cantantes y bailarines que usaban máscaras e interpretaban canciones monofónicas. Estos cantantes interpretaron partes importantes del drama griego que, a su vez, evolucionó a partir de las ceremonias religiosas. La cultura judía, otra cultura precristiana, tiene constancia de una práctica coral estructurada, acompañada de instrumentos, interpretada tanto en ceremonias religiosas como festivas. El canto llano, principal referente musical de la Edad Media, nos permite una mejor comprensión y percepción de este hombre medieval, a través de sus características melodías y su ritmo libre ligado al texto. En el Renacimiento asistimos al inicio de diferentes perspectivas, a través de la polifonía y sus diversas capas. También vimos comenzar a utilizar el canto coral en su manifestación popular a través de madrigales, chansons y otras formas musicales seculares. Las formas vocales se multiplican por todas partes y empezamos a experimentar óperas, cantatas, oratorios, ciclos de canto coral y tantas formas diferentes. En cada período de la historia, tenemos un ejemplo vivo de cómo el canto coral reflejaba y revelaba valores, patrones y pensamientos sociales de la época.
Sin embargo, no es sólo dentro de las líneas generales de la historia de la música occidental que el canto coral se convierte en un referente para el contexto y la comprensión del ser humano y sus relaciones sociales, culturales y humanas. La práctica del canto coral se manifiesta profundamente en las pequeñas culturas, las manifestaciones populares, las infinitas historias que no se cuentan del todo y las realidades que no se han generalizado. Es la memoria de canciones populares, difundidas en diversas actividades sociales, que mantienen relaciones con la vida, formas de amar y de vivir, los diferentes rostros de una sociedad. Hay canciones populares que portan las leyendas fantásticas y el imaginario colectivo. Hay canciones de trabajo, canciones de celebración y canciones rituales que nos llevan a estar en contacto con las corrientes subterráneas de su cultura y sociedad. Y es a través de estas prácticas artísticas que se perpetúan diferentes tradiciones, no sólo artísticas y musicales, sino también etnomusicológicas, lingüísticas e históricas.
Desde el punto de vista etnomusicológico, el canto coral es fundamental para comprender las tradiciones de un pueblo. Los elementos distintivos de las personas se organizan, transmiten y mantienen a través de festividades y ritos. Dichos elementos incluyen el significado del texto, las historias que se cuentan y los registros históricos. Además, las características de las manifestaciones corporales, como bailes, disfraces e incluso escenografía, son elementos que se internalizan en las representaciones corales de cada cultura. Es necesario abstraer el concepto de actuación puramente artística para comprender en profundidad el valor etnomusicológico de esta práctica. No se trata aquí de la calidad o técnica de la interpretación, sino de las tradiciones y costumbres que se perpetúan. Es la cultura viva presente en esa manifestación.
La cuestión lingüística también es un punto a analizar en el mantenimiento de raíces y tradiciones a través del canto coral. Al tratarse de una práctica cantada, obligatoriamente se deja constancia de sus idiomas originales. Como resultado, la práctica del canto coral se vuelve valiosa en la difusión de diferentes lenguas, dialectos regionales y lenguas minoritarias. Además del registro escrito del idioma, el coro también puede ofrecer la referencia sonora del idioma, su pronunciación y acento.
En Brasil, tenemos muchos ejemplos de cómo la práctica del canto coral puede ser un instrumento para la conservación y difusión de estas raíces y tradiciones. El compositor Waldemar Henrique, nacido en el norte de Brasil en 1905, dedicó gran parte de su obra a temas vinculados a su región natal: la Amazonía. Entre sus obras, hay una serie de once canciones llamadas Lendas Amazônicas, que hablan de las figuras folclóricas fantásticas e imaginarias que habitan los bosques de esta región del país. En 2016, André Vidal, compositor y arreglista brasileño, arregló nueve de estas canciones para coro. Temas populares como estos, que a menudo se difunden a través de la tradición oral, quedaron permanentemente registrados a través de este trabajo.
Otro ejemplo práctico nos lleva al trabajo de investigación de la cantante y compositora Renata Mattar. Renata, nacida en la ciudad de São Paulo (1969), colecciona y graba canciones de trabajo en Brasil. Se trata de cantos centenarios de comunidades rurales del interior de Brasil, transmitidos oralmente de generación en generación, cantados con voces e interpretados en diferentes prácticas laborales.
Brasil registra, aún hoy, más de doscientos dialectos indígenas hablados por diferentes grupos étnicos. Varios compositores escribieron obras en estos idiomas originales que, de alguna manera, se perpetúan y difunden a través de estas obras. Como ejemplo de esto, tenemos del compositor Heitor Villa-Lobos, Duas Lendas Ameríndias em Nheengatu, escrito en este dialecto derivado del Tupinambá y hablado en la región amazónica. Además de la marcada influencia indígena, Brasil también tiene un fuerte historial de cultura africana. Hay innumerables canciones corales que están escritas en dialectos y estéticas afrobrasileñas.
Así como estos ejemplos, existen en cada cultura, varios registros de composiciones y arreglos (elaborados o espontáneos) que perpetúan nuestras memorias, leyendas, danzas, ritos, poesías, cuentos y todas aquellas tradiciones únicas y simbólicas que hacen a cada uno de los nuestros, auténticos pueblos.
No cabe duda de que el canto coral es un gran instrumento para preservar las tradiciones de un pueblo. Como directores, debemos reconocer y comprender este papel. Por un lado, tenemos un universo cultural a nuestra disposición. Por otro lado, también tenemos la obligación de valorar y difundir nuestra propia cultura, promoviendo nuestras raíces y fortaleciendo nuestras propias identidades.
Isabela Sekeff es estudiante de doctorado en música en la UNICAMP, tiene un Máster en Dirección Coral de la Universidad de Missouri, Estados Unidos, es Especialista en Musicoterapia del Conservatorio Brasileño de Música de Río de Janeiro y es Licenciada en Educación Musical en la Universidad de Brasilia. Sekeff es actualmente Profesora Suplente de la Universidad de Brasilia en la Cátedra de Dirección y Estructuración Musical desde 2021. Trabajó en la Brasília Music School durante treinta años, donde también se desempeñó como Coordinadora y Supervisora Pedagógica. Fue directora titular de Madrigal de Brasília de 2018 a 2021, un coro profesional formado por profesores y alumnos de la Brasília Music School. Es directora titular de Coral Cantus Firmus, agrupación independiente que fundó en 1992 y que se encuentra entre las mejores agrupaciones de Brasil. Email: isabelasekeff@gmail.com
Traducido del inglés por Vania Romero, Venezuela