Peter Broadbent
director
Durante los últimos 30 años, ha sido casi imposible no ver, en prácticamente cualquier festival coral internacional, a un grupo de personas alegres, con una sonrisa de oreja a oreja, siempre reunidas en torno al mismo hombre. Sentado en su silla de ruedas o con ayuda de sus fieles muletas, Jacques Vanherle (Jac) siempre irradiaba calidez, sentido del humor y pasión por la vida.
Fue un gran embajador de Francia, de la cultura y sobre todo de la música coral. Su formación como profesor de los Clásicos griegos y romanos le proporcionó una habilidad envidiable para articular su conocimiento de la historia, su forma de ver la política a nivel local, nacional e internacional, y para compartir su entusiasmo a través de la ECA – Europa Cantat, la FIMC y otras organizaciones. Suele usarse la palabra carisma muy a la ligera para describir a ciertas personas, pero Jac sin duda era una persona carismática. Su curiosidad insaciable lo llevó a viajar por todo el mundo durante su época de estudiante: él y un grupo de amigos recorrieron Europa en furgoneta, casi sin dinero, pero sin miedo alguno. Ese instinto por querer conocer distintos países a través de sus gentes y la habilidad para hacer amigos casi en cualquier lugar eran cualidades indispensables a la hora de compartir su pasión por la música, una fuerza con la capacidad de unir para así hacer el bien. Esta creencia hizo que fuese amigo de muchos, y un adversario admirable para todos aquellos que no pensaban como él. Tenía una increíble habilidad para el diálogo, con la que consiguió convencer a políticos y hombres de negocios para que apoyasen sus festivales, pues había podido entender el lenguaje necesario para conseguir todos estos logros -un raro talento.
En un editorial para una edición especial de la Europa Cantat Magazine dedicada a la “Música y la discapacidad” hace 10 años, Jac escribió con pasión y de forma muy clara sobre el efecto que había tenido para él el cantar en un coro. Jac nació con hemiplejía y parálisis cerebral en una época en la que poco se comprendía sobre las necesidades de un niño discapacitado. Sus padres insistieron para que fuese a una escuela normal y corriente, donde aprendió una importante lección: cuando no corres lo suficientemente rápido en la escuela, tratas de hacerlo más rápido que tus compañeros, pero con tu mente. A los 13 años fue a un internado religioso, en el que fue tremendamente infeliz y tardó un semestre en aprender a defenderse de sus compañeros. No obstante, había un coro de chicos en la escuela, en el que Jac vivió una transformación al descubrir su voz, el extraordinario poder emocional y sensorial del canto junto a otros chicos y una confianza en sí mismo cada vez mayor. Posteriormente, cuando me uní al coro universitario y entendí que los dulces ojos de una bella soprano no se dirigían tanto a mis piernas deformes, sino que más bien se centraban en el encanto de un joven y -por supuesto- apuesto cantante, gané más confianza en mí mismo y comencé a aceptar mi discapacidad.
El conocimiento de lo que la música y, en especial, el canto coral, podía provocar en una persona, fue extremadamente importante el resto de su vida; Jac quería servir de inspiración a otros y demostrar que todo el mundo podía beneficiarse de esta experiencia. Conocí a Jac y a Marie en 1992, y tuve el honor de acudir como invitado con la Joyful Company al festival que estaba organizando en Falaise al año siguiente. Les Polyfolies de Falaise ofrecía una increíble cantidad de actividades en tan solo tres días, en las que participaban cientos de cantantes amateur, más de dos mil quinientos escolares, y contaba con invitados entre los que se encontraba el coro de cámara de Eric Ericson. Fue una gran experiencia para la JCS, pero no terminó ahí; tras esta experiencia, viajamos varias veces a Normandía y lo más importante para mi esposa y para mí es que comenzamos a forjar una bella amistad con los Vanherles.
Cada festival, cada concierto, cada taller y cada evento organizado por Jac y Marie, siempre con el apoyo de su gran amigo Sylvain, estaba organizado de forma impecable. Junto al coro de Marie se convirtieron en L’Art et La Fugue y ofrecieron conciertos, muchas veces con puesta en escena y vestuario, en los que siempre se presentaba la música de una forma accesible e interactiva para los oyentes. Invitaron a coros de muchos de los países que visitaron para asistir a sus festivales de verano y ganaron una reputación cada vez mayor en el Departamento. Estoy seguro de que todos los directores corales que llevaron grupos a alguno de los festivales de Jac sintieron, como yo, el placer de trabajar con organizadores que también son intérpretes. Esa sensación de llegar a un nuevo auditorio y ver que se ha preparado todo aquello que se había hablado con anterioridad, que el escenario, la iluminación, los atriles, todo está puesto a punto. Ver que disponíamos de litros y litros de agua fresca (también en Normandía hace calor en verano) y comida para cubrir nuestras necesidades entre los ensayos y el concierto. El público siempre era muy entusiasta y cada vez sabía más del tema, pues Jac siempre estaba cerca para dar a conocer la música y para que ese concierto se convirtiese en todo un evento.
La reputación cada vez mayor de Jac tanto en la región como más allá, le permitió desarrollar los medios educativos que, a priori, habían sido tan accesibles en Falaise. A principios del nuevo milenio compartió conmigo y un grupo de amigos los planes que tenía para organizar una muestra internacional para coros y conjuntos vocales. Su inspiración era el Festival de Aviñón, un evento que no solo muestra un amplio abanico de intérpretes ante un numeroso público, sino que también consigue que directores teatrales y productores acudan a la cita. Jac desarrolló sus planes durante tres o cuatro años y puso en marcha Polyfollia como empresa sin fines de lucro, consiguió financiación para un pequeño equipo de administración y una oficina y se puso en contacto con directores y personalidades corales de todo el mundo, para así fundar un comité de “Veillieurs” (Observadores) que se encargarían de buscar ensambles corales emergentes de sus respectivas regiones. Tuve el honor ser uno de los observadores, lo que también me llevó a ganar grandes amistades. En cada una de las reuniones, Jac también se encargaba de organizar Ateliers (talleres) para coros locales, de manera de beneficiarlos con la presencia de los Observadores. El trabajo del comité siempre estaba recompensado por una excelente hospitalidad y una cálida bienvenida. Surgieron muchos problemas a los que Jac y su equipo tuvieron que hacer frente, pero nada consiguió desviarles de su gran objetivo.
Entonces, cada dos años, entre 2004 y 2014, se invitaba a doce conjuntos de distintas regiones y géneros a St. Lô para que ofreciesen conciertos por toda la región, compartiesen galas y organizasen talleres y/o interpretaciones durante cuatro o cinco días. Los cantantes amateurs que oficiaban de público también interpretaban sus propios conciertos o asistían a talleres, más o menos profesionales, para así estar en contacto con una gran cantidad de nuevo repertorio y puntos de vista. No me cabe duda de que, durante esos diez años, crecieron los estándares y las ambiciones de los coros amateurs de toda Francia. Para los conjuntos profesionales, participar en este festival suponía una magnífica oportunidad de conocer productores, directores de festivales y gran variedad de promotores; para todos aquellos que trabajaban en tal evento, era una forma de forjar nuevas amistades que durarían toda la vida.
Organizar el alojamiento, comidas, auditorios, presupuestos, horarios, conseguir patrocinios y negociar subvenciones, así como lidiar con políticos y con intérpretes, requería de una visión inmensa, paciencia, gran habilidad y muchísima energía, todas ellas cualidades que Jac tenía más que de sobra (bueno, quizás no siempre tenía toda la paciencia que podría necesitar). Trabajó muy duro y siempre esperaba que los demás hiciesen lo mismo, y a veces era muy directo cuando pedía algo. No obstante, el pequeño equipo que trabajó con él y el gran número de voluntarios (bénévoles) que trabajó sin descanso lo adoraban. Jac siempre respetó y mostró su aprecio por los esfuerzos de todos y cada uno.
El amor por la vida de Jac incluía una gran pasión por la comida, sobre todo la francesa, y era todo un chef de cuisine. La única foto que tenemos Jac y yo en la que parece algo más serio se hizo cuando estaba preparando un filet de boeuf durante un aniversario de boda en nuestra casa; ese día, Marie y él se encargaron del festín. A pesar de toda la carga que tenía sobre sus hombros, Jac nunca se tomó a sí mismo muy en serio, y estar a su lado siempre significó reírse a carcajadas. Tanto él como Marie eran los anfitriones perfectos y unos invitados maravillosos. Siempre que nos visitaban traían gran cantidad de “Produits regionaux” y disfrutaban regalando obsequios graciosos, además de excelentes productos culinarios. Marie fue un apoyo constante durante toda su vida, siempre restando importancia a su esfuerzo. Eran una pareja maravillosa y Jac estaba muy orgulloso de ella y su familia.
Jacques Vanherle tenía el don de hacer que todo el mundo se sintiese especial. Carecía de autocompasión alguna, pero demostraba una empatía absoluta con los demás. Era toda una fuerza vital. Al igual que otros muchos cientos, estoy muy orgulloso de haberle conocido. Lo vamos a echar mucho de menos.
Peter Broadbent es uno de los directores corales más importantes de Inglaterra, conocido por su constante compromiso con la música contemporánea. En 1988 fundó la Joyful Company of Singers, que se estableció rápidamente como uno de los coros de cámara más importantes de Europa, pues consiguió gran cantidad de galardones en competiciones nacionales e internacionales. Entre sus interpretaciones en Reino Unido se encuentran algunos de los festivales de música más importantes, como las BBC Proms, y también han dado conciertos por Europa y Estados Unidos. El repertorio de la JCS goza de tener más de 30 primeras interpretaciones, incluyendo obras de algunos de los compositores más importantes de Reino Unido y Francia, Hungría, Rusia y Finlandia. La discografía de la JCS se compone de 25 CDs y las grabaciones siguen siendo una parte importante de su actividad. Peter ha dirigido a los London Mozart Players, la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Royal Philharmonic Orchestra, la Southern Sinfonia y los BBC Singers y aparece con frecuencia en BBC Radio 3 y Classic FM. Asimismo, trabaja como director invitado por toda Europa, imparte clases magistrales y actúa como jurado en competiciones internacionales. Ha recibido la medalla “Pro Cultura Hungarica” de manos del Ministerio de Educación y Cultura de Hungría y, más recientemente la Knight’s Cross de la Orden del Mérito de Hungría, por promover y afianzar las relaciones culturales británico-húngaras. Correo electrónico: peter.broadbent@jcos.co.uk
Traducido del inglés por María Ruiz Conejo, España
Revisado por Juan Casabellas, Argentina