Por Thierry Thiébaut, Presidente de A Cœur Joie International
El canto coral ocupa un importante lugar importante en la sociedad. Que se trate de ritos, ceremonias de entronización o iniciación, de fiestas, duelos o cultos, está siempre omnipresente.
Con la llegada de misioneros católicos y protestantes durante el siglo pasado, el movimiento coral fue tomando una forma más estructurada organizándose alrededor de las parroquias. La consecuencia lógica de esta organización es que los repertorios religiosos representan una parte dominante de la expresión polifónica. Raras son las formaciones que existen fuera de los lugares de culto. Fuera de los himnos inscritos en la liturgia, Haendel, Mozart y Bach constituyen un patrimonio coral clásico casi exclusivo.
He asistido a numerosos conciertos en la República Democrática del Congo. El repertorio religioso ocupa una parte mayoritaria, y a veces se completa con armonizaciones de cantos tradicionales interpretados en lenguas vernáculas propias de cada etnia. La iglesia kimbanguista, más particularmente fiel a sus tradiciones, posee un repertorio original de cantos y lamentos. El « bis » que el público reclama al final de cada concierto es casi siempre el Aleluya del Mesías de Haendel. A menudo los coros se sonorizan y recurren al acompañamiento de un sintetizador, puesto que las formaciones orquestales son inexistentes en el país (excepto la orquestra sinfónica kimbanguista de Kinshasa). Esto provoca una puja del volumen sonoro general con la consecuencia directa de un mal posicionamiento de la voz.
La formación, tanto vocal como de dirección de coral no existe en este país en el que hay miles de corales (se estima unas 2000 solo para la capital Kinshasa, cada iglesia teniendo a veces 3 o 4 coros diferentes que dependen de ella.).
A Cœur Joie International se ha implicado con fuerza desde hace 5 años en un proceso de formación en el África francófona y más particularmente en la República Democrática del Congo, en asociación con el proyecto Directores de Coro sin Fronteras, iniciado por la Federación Internacional de Música Coral. Se han programado varios cursos de una semana, asociando formación vocal y dirección, y se seguirán realizando el próximo año. El aprendizaje se consolida con un acompañamiento personalizado de varios directores como prolongación de estas sesiones. El objetivo final es crear un vivero de formadores locales.
Los niveles de los directores de coro son muy heterogéneos. Naturalmente son todos autodidactas, y su dirección se ata más al ritmo que a la musicalidad de la frase, de aquí pues esta necesidad de establecer paralelamente una formación vocal de los coralistas. Los directores de coro ejercen generalmente su actividad en el marco de su parroquia, la diversificación de repertorios es pues difícil y la creación de coros independientes a estructuras confesionales es por ello delicada. A estas consideraciones hay que añadir las limitaciones materiales: local de ensayo… iluminado (!)
En esas latitudes es de noche todos los días del año a las 18 h. El suministro eléctrico es a menudo intermitente, ver inexistente, incluso en la capital. Me ha ocurrido estar realizando mis sesiones de formación acompañado por el ronroneo de un grupo electrógeno próximo. Esto no favorece la calidad del trabajo.
Un camino de desarrollo útil puede ser actualmente la colaboración con un servicio de la cooperación franco-congolés (SESAM) en las escuelas formando maestros que podrían crear coros de niños en sus estructuras escolares. Aquí también es necesario realizar un trabajo de evolución en las mentalidades para favorecer que haya directores de coro de ambos sexos; casi la totalidad de los coros están actualmente dirigidos por hombres, mientras que las mujeres enseñan mayoritariamente en primaria. Los coros de niños son casi inexistentes en el Congo. Este sería un camino interesante para preparar el futuro desarrollando la práctica coral desde la infancia, para diversificar los repertorios y favorecer la unidad eclesiológica.
Email : tthiebaut@choralies.org
Traducción del Francés Bárbara Angli, Barcelona