Peter Phillips: What We Really Do (Lo que Realmente Hacemos)

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The Tallis Scholars

 

Crítica de Graham Lack

compositor y redactor asesor del BCI

 

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Peter Phillips, Segunda edición, The Musical Times Publications (Londres), 2013, ISBN 978-0-9545777-2-8

 

La pregunta «¿qué es lo que hacéis en realidad?» parece bastante inocente, pero esconde una trampa. Aunque pueda dar la impresión de que los cantantes llevan vidas maravillosas, lo cierto es que a la mayoría de ellos les suelen hacer esta pregunta y, aunque la intención del interlocutor no sea ofenderlos, no les suele hacer mucha gracia que les pregunten algo así. La idea de que uno puede ganarse la vida cantando polifonía renacentista es algo que a la mayor parte del público le resulta difícil de creer, e incluso algunos de los patrocinadores que participan en las recepciones posteriores a los conciertos se muestran escépticos: parece que la profesión necesita que se responda a esa ingenua pregunta. En el libro What We Really Do, Peter Phillips hace balance de sus cuarenta años dentro de la profesión y explica la evolución que han experimentado tanto su percepción como su interpretación del repertorio desde que fundara el conjunto vocal The Tallis Scholars en 1973. Cuenta que, en aquella época, no era común que se celebraran conciertos enteros de polifonía y narra la experiencia de haber dedicado su vida laboral a un tipo de música tan poco habitual. Él mismo se muestra sorprendido ante el hecho de que sus andaduras se hayan mantenido hasta hoy. Además, Peter va contando, paralelamente a la historia del célebre conjunto, la historia de Gimell Records, una empresa que desempeña un papel protagonista en el relato, ya que sin ella las cosas hubieran sido  muy distintas. Esta segunda edición es más o menos idéntica a la primera, a excepción del capítulo seis, titulado «On tour II», que Peter escribió en 2012 específicamente para  la segunda publicación.

Un grupo vocal que ensaye en una iglesia a la que apoden St Andrew’s-by-the-Wardrobe (San Andrés  detrás del Armario) tiene que ser especial. Cabe destacar que la biblioteca de los Tallis Scholars también se encuentra en dicha iglesia. Hace ya cuatro décadas que Peter Phillips decidió mantenerse ajeno a las teorías pasajeras sobre cómo se debe cantar la polifonía a capella y este libro revela que su teoría de «solo hazlo» está acompañada de una imprescindible disciplina coral y que cualquier reacción exagerada ante pensamientos posteriores está fuera de lugar. El lector obtiene una fantástica visión de la manera de cantar de los Tallis Scholars gracias a la explicación de Phillips, que expone que él «calificaría el sonido de «moderno»: lo suficientemente claro como para sacar provecho de las grabaciones digitales, lo suficientemente fuerte como para llenar una sala de conciertos con capacidad para 300 personas sin necesitar amplificación ni sufrir ningún tipo de distorsión y lo suficientemente sutil como para hacer justicia a los textos religiosos».

Se trata de un relato sincero, con todo lujo de detalles, de la experiencia de vivir viajando –dos de los capítulos están dedicados a las anécdotas de las giras–, pero también de la actividad concertística que desempeñan en su país, Inglaterra, con todas las dificultades, actitudes sesgadas y opiniones intransigentes que esta trae consigo, sin olvidar los aspectos positivos que, afortunadamente, hacen que una actividad arriesgada merezca la pena a pesar de todo. La publicación puede considerarse única, en tanto que hace un inteligente análisis de cómo el arte y el comercio, los ensayos y los conciertos, las grabaciones y los cantantes pueden coexistir, e incluso interactuar, con el fin de lograr una sensación de seguridad. La educación del público de Extremo Oriente es de vital importancia: se trata de una zona en la que el público, en su deseo de experimentar la música por sí mismo, parece tomarse en serio los reportajes, los premios y las críticas del mundo occidental.

Un hilo de melancolía impregna las páginas, y algunos de los eventos que han pasado a la historia se presentan como acontecimientos cercanos: unos estudiantes de canto que llegaron tarde a un concierto en Oxford después de una comida demasiado larga y copiosa, o versiones amateur de la obra Spem in allium en las que participaba «un gran número de tenores y bajos» que sonaban como una «potente aspiradora». Sin embargo, comenzaban a verse indicios de todo lo que iba a suceder y Phillips cree que tomaron una decisión perfecta al decantarse por Tallis para su repertorio. Algunas partes del relato resultan sorprendentes, especialmente cuando cuenta lo mal que la BBC trató al conjunto vocal en sus comienzos o el histórico enfrentamiento con el sindicato de actores y cantantes Equity en la época de Thatcher. Dicho enfrentamiento se caracterizó por un ambiente de hostilidad constante, como apunta el propio Phillips. El verdadero éxito llegó  en 1987 con el premio Gramophone a la Mejor Grabación del año por las dos misas de Josquin. Y, aunque no todo fue fácil, uno se da cuenta de lo importantes que fueron Francia y, más tarde, Australia, Japón y Norteamérica en el desarrollo y posterior éxito internacional de los Tallis Scholars.

En retrospectiva, el autor aclara algunos aspectos del renacer de la música en la década de 1970 y cuenta con entusiasmo algunas de las tendencias de la época, como la faux pronunciación del latín. De nuevo, pocos libros son capaces de revelar el verdadero funcionamiento del negocio de la música y, al mismo tiempo, hacerlo con tanta elegancia. What We Really Do, afortunadamente, no es una recopilación de escritos obtenidos de la blogosfera, y es mucho más que un diario. Se trata de un compendio y debe ser leído como tal. Un editor más estricto habría cogido las anécdotas más recurrentes, en caso de que fueran graciosas, habría modificado los pronombres personales y, probablemente, habría introducido los comentarios musicales sobre cuestiones teóricas en otro capítulo en el que podrían haber quedado mejor. Sin embargo, cualquier libro que presente palabras como «alarums» (alarma), «deracinated» (desenraizado) o «inefable» (inefable), que pertenecen a un registro muy culto de la lengua inglesa, vale su peso en oro y sería una tontería criticar el uso excesivo de las palabras «overall» (en términos generales) o «umpteenth» (enésimo). En una época en la que la revisión de textos es un arte en peligro de extinción, es alentador observar cómo esta publicación está francamente bien revisada. Las erratas se cuentan con los dedos de una mano: «millenium» en lugar de «millennium» (p. 49), «accomodate» en lugar de «accommodate» (p. 116), «dobbed» en lugar de «dubbed» (p. 151) y «difficut» en lugar de «difficult» (p. 233). Dado que estamos hablando de palabras incorrectas o inusuales, cabría destacar los casos de «spreng» y «wonga», pero estas palabras adquieren un significado propio en un sorprendente capítulo dedicado a la jerga de los cantantes titulado «Singer’s Argot».

Peter Phillips escribe para la revista The Spectator desde hace tres décadas aproximadamente y ha incluido algunos artículos excelentes que actúan como explicación del texto original. En conjunto, What We Really Do debería ser de lectura obligatoria para los estudiantes de historia y es altamente recomendable para profesionales expertos y para personas interesadas en conocer más sobre la musica sacra a capella

Los Tallis Scholars encierran ese tipo de identidad británica denominada «Britishness» sobre la que se puede leer en estudios históricos del siglo XIX. Representan ese prototipo de «artesano extremo», son de ese tipo de personas que poseían «cerebro y habilidad», que «costaban una determinada suma de dinero y que desconfiaban del lenguaje refinado y de las abstracciones, enfrentándose a ellos con un sentido del humor irónico y mordaz, especialmente cuando las gestiones administrativas hacían de su vida un infierno». El autor recurre una y otra vez a ese modelo representado por cantantes enfermos, con frío, hambrientos o con jet-lag que, aún así, se dejan la piel en lo que hacen porque se lo deben a sí mismos, a sus compañeros y a la música en la que creen. No tienen intenciones de relajarse. No es de extrañar el alcance de su éxito.

 

 

Traducido del inglés por María Zugazabeitia, España

Revisado por Juan Casabellas, Argentina

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